Emprendiendo

Law, People & Happiness

lunes, 23 de noviembre de 2015

Día 29: Un tema gastado (¡otro loco escribiendo sobre lo mismo!)

Hoy escuché un programa de radio en el que un locutor afirmaba que “hablar de felicidad era algo trillado”, y luego añadió que “quizá no se le pone mucha importancia porque el tema es muy infantil y los adultos no hablamos de cosas de niños”. Quise entender el concepto de lo que esta persona decía y caí en la cuenta de que quizá no estaba tan equivocada. En primer lugar, casi todo el mundo habla de la felicidad en mayor o menor grado. Cada quien tiene su propia definición y su concepción de cómo alcanzarla. Parece que es un tema muy relativo, porque hay tantas ideas sobre el asunto como seres humanos existimos en la tierra. Y el hecho de que haya una inmensa cantidad de puntos de vista lo hace ver muy gastado. Quizá el hablar u opinar mucho sobre la felicidad nos impide vivirla. Luego, la otra afirmación de que es una cuestión infantil, en cierto modo me hizo sentido. No es posible maravillarse con un amanecer o disfrutar un beso, si no se tiene cierto grado de inocencia. Y claro, es evidente que los que nos llamamos adultos, hemos abandonado ese tesoro, y por eso es que no tratamos a profundidad el tema del bienestar integral.  Sin embargo, considero que cada  vida es un libro abierto, lleno de posibilidades. Y que ir avanzando en esta tarea de existir puede ser un viaje feliz, si decidimos que así sea. La felicidad, más que una idea o un tema de conversación es un modo de vida, una decisión, una secuencia de instantes y acciones. La felicidad no es una mera palabrería, es existir. Me he topado con muchas personas que creen que son alguien más y que no tienen nada qué aportar al mundo, y también he conocido personas que creen que son superiores a los demás. En ambos casos, la necesidad de trascender y de estar alegres es evidente. La forma más complicada de hallar y vivir la felicidad es en los instantes que suceden a cada rato, en las situaciones que acontecen en lo cotidiano. Ver a tu hijo balbucear sus primeras palabras, recibir el beso de la persona amada, leer un mensaje de whatsapp de quien menos esperabas, dar palabras de aliento, ver el atardecer con ojos de asombro, sentir el agua fluir cuando te bañás, leer un buen libro, tomar un café, dar o recibir un abrazo, hacer una llamada telefónica, celebrar un cumpleaños, hacer ejercicio, y tantas otras cosas sencillas pueden ser momentos sin matiz, o manifestaciones esplendorosas de la felicidad. Cuando afirmo que alcanzarla es una decisión, tiene qué ver con el hecho de que las vivencias y los instantes serán siempre los mismos, y que la percepción que tengamos de ellas nos permite apreciarlas como maravillosas o simples. ¿Es “trillado” e “infantil” hablar de felicidad? Sí. Pero, es espléndido vivirla y compartirla. Crear momentos memorables no representa hacer gastos innecesarios o pensar en ideas fantásticas. Basta con dar nuestro tiempo y nuestro corazón. Es suficiente con decidir que vale la pena vivir. Hoy, vamos con todo. 

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