En el libro “Grandes Esperanzas”, Charles Dickens cuenta por
medio de Pip, el personaje principal de la novela, una verdad que trasciende el
tiempo: “… la oportunidad no viene a buscarlo a uno, sino que uno debe ir a buscarla;
por eso yo he ido”. Hace poco más de 3 meses me embarqué en un desafío
personal: Bajar de peso. El estar en un grado intermedio de obesidad había llevado
al caño mi salud y mi autoestima. Después de pensarlo mucho fui donde Paulina,
una nutricionista que por su carácter tan ameno lo convence a uno desde el
inicio de que con ella uno se encuentra en el lugar adecuado. Inicié el régimen
(que dicho sea de paso no fue complicado porque diseñó mi dieta sobre la base
de comidas que me agradan y que consumo regularmente). Además, me puse juicioso
con el gimnasio y al menos 4 veces por semana hago una hora de spinning y,
semanalmente, entro una vez a la clase de Tae Bo. Desde hace dos meses, y por
el ejemplo de mi amigo Will, estoy yendo a correr todos los domingos. Incluso,
ayer pagué mi inscripción para correr la San Silvestre el 31 de diciembre (una
carrera que me gusta mucho y en la que siempre había sido un espectador que
añoraba ser protagonista). Cuento todo
esto, porque hoy, 32 libras menos de peso después, puedo decir que ha sido una
de las mejores decisiones que he tomado en este año. De salud me siento muy
bien, mi ánimo ha cambiado, y lo mejor de todo: ahora uso ropa que hace un año
habría sido imposible que me pusiera. Para llegar acá he tenido qué pagar un
precio: ser disciplinado. Ha habido días en los que francamente no he querido
ir a hacer ejercicio, pero yo mismo me hablo y me recuerdo que si no soy
cuidadoso con mi salud, tarde o temprano el cuerpo me pasará la factura. No en
balde, la escritora francesa Marguerite Yourcenar menciona en “Las Memorias de
Adriano” que el cuerpo es un esclavo que tarde o temprano termina por devorar a
su amo. Soy un hombre de 41 años (casi 42), y aun tengo sueños. El hecho de
correr el 31 de diciembre me tiene nervioso pero a la vez emocionado. Por
primera vez en mi vida no voy a ser una persona que verá la carrera, sino uno
que la hará. Son solo 10 kilómetros y puede que para muchos sea poco. Para mí
es una meta, y la voy a lograr. En la vida, no solo hay qué soñar, también hay
que hacer que las cosas sucedan. El éxito no es solo un conjunto de buenas
intenciones, es el resultado de la constancia y la disciplina. En esta época, amigo
Jaime está más entusiasmado con el gimnasio. Estoy seguro de que si sigue al
ritmo que va y cuida su alimentación logrará excelentes resultados en poco
tiempo. Pero debe ser persistente…// Puede que tu objetivo no sea como el mío;
no obstante, sin importar cuál sea el
camino que querés andar, es necesario que tengás claro que para lograr lo que
soñás, tenés qué pagar el precio: la constancia y la disciplina. Los que solo
sueñan pasan la vida envidiando lo bien que les va a quienes hacen que las
cosas sucedan. Hoy, es un buen día para comenzar o para recomenzar. Hoy, vamos
con todo….
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