Emprendiendo

Law, People & Happiness

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Día 30: GRACIAS...

El cuarto jueves de noviembre cada año, los estadounidenses celebran el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day). En el que se rememora el agradecimiento que los primeros colonos de Estados Unidos dieron por las cosechas conseguidas en el año y por la convivencia pacífica con los nativos de aquellas tierras. Con el correr del tiempo, y gracias a la globalización y las telecomunicaciones, esa tradición se ha ido conociendo en otras latitudes y en muchos lugares se celebra, aunque no sea parte de las tradiciones oriundas. En mi caso particular, ya he escrito otros años que es una fecha y conmemoración que aunque nada tiene qué ver con Guatemala, tiene un trasfondo que me encanta. El dar gracias es la manifestación más elocuente de un alma madura y consciente de su lugar en esta tierra. Por esa razón es que yo sí conmemoro el cuarto jueves de noviembre de cada año, la cena de acción de gracias. Desde hace varios años invito a varios de mis amigos íntimos a compartir unas viandas propias de fin de año (preparo pollo porque no me gusta el pavo –chompipe, en guatemalteco-). Este año no será la excepción, y como las veces anteriores, he pedido a quienes asistirán que piensen en las razones por las que deben dar gracias por este año 2015, ya que ese será el tema de conversación en la mesa, luego de la oración de gratitud al Creador. En mi caso, por cada día de este año tengo miles de razones por las cuáles agradecer. Dios ha sido misericordioso y me ha permitido vivir, ha cuidado a los míos y me ha hecho rico con las amistades que tengo. A cada miembro de mi familia debo agradecerle el amor que me demuestran. El hecho de saber que están ahí y de amarme a pesar de conocer lo mejor y lo peor de mí me hace admirarlos porque no soy una persona de fácil trato. A mis amigos, esa familia que elegí, les agradezco por llenar mi existencia con momentos memorables. Sus palabras, sus abrazos, sus mensajes de whatsapp, sus llamadas telefónicas me dan la certeza de que existo. A mis compañeros, jefes y subalternos de trabajo les agradezco por ser parte de mis días y por crecer y avanzar conmigo. A quienes leen este blog les agradezco el tiempo que me dedican. // Sin duda alguna, el acto de agradecer debería ser una moda que deberíamos imponer. Si hay gente que sucumbe a otras celebraciones, ¿por qué no adoptar el dar gracias, no solo el cuarto jueves de cada noviembre, sino todos los días? Y no importa si hacemos una cena o una fiesta, o si servimos chompipe o frijoles. Lo importante es el acto de agradecer. No sabemos si nosotros o las demás personas que modelan nuestro mundo morirán hoy o mañana y nos quedemos con palabras que quizá quisimos decir. Hoy los reto a poner de moda el agradecimiento. Hoy, vamos con todo…

lunes, 23 de noviembre de 2015

Día 29: Un tema gastado (¡otro loco escribiendo sobre lo mismo!)

Hoy escuché un programa de radio en el que un locutor afirmaba que “hablar de felicidad era algo trillado”, y luego añadió que “quizá no se le pone mucha importancia porque el tema es muy infantil y los adultos no hablamos de cosas de niños”. Quise entender el concepto de lo que esta persona decía y caí en la cuenta de que quizá no estaba tan equivocada. En primer lugar, casi todo el mundo habla de la felicidad en mayor o menor grado. Cada quien tiene su propia definición y su concepción de cómo alcanzarla. Parece que es un tema muy relativo, porque hay tantas ideas sobre el asunto como seres humanos existimos en la tierra. Y el hecho de que haya una inmensa cantidad de puntos de vista lo hace ver muy gastado. Quizá el hablar u opinar mucho sobre la felicidad nos impide vivirla. Luego, la otra afirmación de que es una cuestión infantil, en cierto modo me hizo sentido. No es posible maravillarse con un amanecer o disfrutar un beso, si no se tiene cierto grado de inocencia. Y claro, es evidente que los que nos llamamos adultos, hemos abandonado ese tesoro, y por eso es que no tratamos a profundidad el tema del bienestar integral.  Sin embargo, considero que cada  vida es un libro abierto, lleno de posibilidades. Y que ir avanzando en esta tarea de existir puede ser un viaje feliz, si decidimos que así sea. La felicidad, más que una idea o un tema de conversación es un modo de vida, una decisión, una secuencia de instantes y acciones. La felicidad no es una mera palabrería, es existir. Me he topado con muchas personas que creen que son alguien más y que no tienen nada qué aportar al mundo, y también he conocido personas que creen que son superiores a los demás. En ambos casos, la necesidad de trascender y de estar alegres es evidente. La forma más complicada de hallar y vivir la felicidad es en los instantes que suceden a cada rato, en las situaciones que acontecen en lo cotidiano. Ver a tu hijo balbucear sus primeras palabras, recibir el beso de la persona amada, leer un mensaje de whatsapp de quien menos esperabas, dar palabras de aliento, ver el atardecer con ojos de asombro, sentir el agua fluir cuando te bañás, leer un buen libro, tomar un café, dar o recibir un abrazo, hacer una llamada telefónica, celebrar un cumpleaños, hacer ejercicio, y tantas otras cosas sencillas pueden ser momentos sin matiz, o manifestaciones esplendorosas de la felicidad. Cuando afirmo que alcanzarla es una decisión, tiene qué ver con el hecho de que las vivencias y los instantes serán siempre los mismos, y que la percepción que tengamos de ellas nos permite apreciarlas como maravillosas o simples. ¿Es “trillado” e “infantil” hablar de felicidad? Sí. Pero, es espléndido vivirla y compartirla. Crear momentos memorables no representa hacer gastos innecesarios o pensar en ideas fantásticas. Basta con dar nuestro tiempo y nuestro corazón. Es suficiente con decidir que vale la pena vivir. Hoy, vamos con todo. 

sábado, 21 de noviembre de 2015

Día 28: Emprende 18 (Cuando los sueños comienzan a tomar forma)

Este día he tenido el privilegio de asistir a la graduación de la primera promoción del proyecto Emprende 18, que es una iniciativa cuyo objetivo es generar espacios para que los emprendedores de uno de los sectores más estigmatizados de la ciudad de Guatemala, tengan las herramientas necesarias para que sus proyectos sean una exitosa realidad. Tuve el privilegio de ser invitado a impartir 3 capacitaciones durante el proceso y puedo afirmar que fue una experiencia enriquecedora para mí. Dentro del programa de hoy, los 18 emprendedores (un número muy significativo, tomando en cuenta el nombre del proyecto y del sector) presentaron sus propuestas de negocio. Hay excelentes ideas para satisfacer las necesidades de compra de amas de casa, estudiantes, maestros, compañías, eventos, etc. Cada uno le dio forma a su sueño en 5 minutos. Todas las propuestas son interesantes. Sin embargo, hubo una exposición en particular que me impactó, fue la de Velvet, quien más o menos comenzó a hablar en los siguientes términos: “hace algunos años perdí mi casa…” Y continuó, contando lo difícil que había sido esa pérdida por no poder pagar la hipoteca, y cómo ha ido superándose con su esposo. Lo hermoso de su historia es que de una desgracia generó una solución. Ella ahora se dedica a la venta de bienes raíces.  Resurgió de las cenizas, y se fortaleció. Transformó una situación en la que muchos se hubieran quebrantado, en una oportunidad. Historias como las de Velvet hacen que la fe crezca. Dan la certeza de que en este país hay más gente luchadora que conformista.  También fue impresionante conocer la historia de Franklin, quien todos los fines de semana del proceso de capacitación vino desde el interior para aprender, no importando que su casa se encuentre a más de 250 kilómetros de distancia, fue disciplinado en acudir. Cada uno de los emprendedores tiene una historia qué contar, un presente prometedor y un futuro que seguramente aportará valor al país. Y no solo ellos son los héroes de este proyecto; también los miembros de la iniciativa “Nueva Zona 18”, quienes aportaron tiempo, excelencia y los ideales para que todo sucediera. Para conocer más de ellos se puede accesar a la fanpage facebook.com/emprende18

Hoy, vamos con todo!!! (como los emprendedores)

jueves, 19 de noviembre de 2015

Día 27: 30 segundos... para decidir, actuar y ganar...

En este día tuve la dicha de asistir a una capacitación sobre negociación. El instructor fue muy propio en el manejo del tema. No obstante, debo decir que una de las preguntas que planteó fue lo que más me quedó palpitando en la mente: ¿qué tan preparados están para presentar su o sus proyectos a un desconocido? A partir de ahí, desencadenó varias interrogantes que me hicieron reflexionar sobre algo en lo que he escrito anteriormente. Soy un soñador. Pero me hace falta poner en acción lo que quiero. No porque sea alguien que desee perder el tiempo, sino porque no he ordenado bien las ideas. Hay al menos 3 proyectos que tengo en mente. De los cuáles estoy seguro que quiero vivir. Pero aún no los he aterrizado lo suficiente ni me he dado a la tarea de estructurarlos lo suficientemente bien como para que otros quieran acompañarme en esas aventuras. Resulta que en la vida de cada uno de nosotros hay muchos proyectos, en los que indefectiblemente buscamos la prosperidad nuestra, de los seres que amamos y, en el mejor de los casos, de la sociedad en la que vivimos. Generalmente, se queda como un cúmulo de buenas intenciones, sin transcendencia. Decir que la desidia es lo que no permite que cuajen esos planes, no es exagerado. Porque quienes no hacemos un plan correcto, difícilmente llevamos a buen término lo que queremos. La razón por la que mucha gente que se propone bajar de peso, no lo logra, en la mayoría de las veces se debe a que no lo planifican bien, ni tienen el objetivo claro. No es lo mismo decir “quiero bajar de peso” (que es un deseo, una declaración), a señalar “quiero bajar 30 libras de peso en 5 meses” (ya hay una medida para cuantificar e ir midiendo en el camino si se va avanzando o retrocediendo). De hecho, al inicio de 2015 mi peso había llegado a 203 libras, a mediados de año vino una ruptura sentimental que me dejó muy afectado, y a raíz de eso me puse más disciplinado en el gimnasio y acudí donde la nutricionista. 4 meses después de un régimen donde aprendí a comer correctamente, donde me obligué a ir a hacer ejercicios aunque no quisiera, logré llegar a las 163 libras. Entre enero  y noviembre del año, logré una diferencia de menos 40 libras de peso. Sin duda un logro que quiero conservar, sobre todo para sentirme bien y para mantener mi salud. La clave para alcanzar la meta, fue que cuando comencé el régimen con Paulina (mi nutricionista) nos fijamos metas volantes y una meta final. Cada quince días hemos ido revisando mi evolución. La planificación, la revisión y la disciplina lograron que alcanzara lo que hace un año me habría parecido imposible. En otra entrada les contaré sobre cómo me convertí de espectador a participante de una carrera que siempre me gustó. Por lo pronto, vale la pena preguntarse si conocemos todos los detalles de los sueños que tenemos, a tal grado que en 30 segundos seamos capaces de exponerlos a un desconocido, y lograr que este se embarque en la construcción del proyecto. Si aún no lo podemos hacer, es tiempo de planificar, de definir las metas claras. De escribirlo… Hoy, vamos con todo!!!

lunes, 16 de noviembre de 2015

Día 26: Soy Retro: de esa gente extraña que todavía dice "gracias"

Hace años aprendí un axioma de vida: “siempre decir por favor y gracias”. Adicionalmente, cuando yo era niño recuerdo que cuando llegába a algún lugar donde había adultos era indispensable que yo fuera quien saludara y que pidiera permiso para tomar las cosas que no eran mías. Incluso, aprendí que cuando era invitado a una mesa, debía espera a que el anfitrión comiera para que yo engullera el primer bocado. También recuerdo aquella tarde (cuando tenía quizá unos 5 años) en la que mi tía Amparito me llevó a almorzar a un restaurante en el Centro Histórico de Guatemala y me enseñó a usar los cubiertos y las servilletas. // A mí siempre me han gustado las boinas, los bonetes, las cachuchas y las gorras, y mi abuelita se encargó que aprendiera que cuando uno entra a una iglesia (sea católica o protestante) debe quitarse lo que uno le cubre la cabeza como señal de reverencia. // En muchas ocasiones, mi madre me decía que aunque mi papá fuera alcohólico y no actuara como ejemplo, siempre debía respetarlo. Eso no significaba que yo debía dejar que me violentara, simplemente quería decir que no debía rebajarme a insultarlo y menos a levantarle la mano. Era mejor alejarse.// Cuando camino por los pasillos de mi iglesia, de la oficina o de la casa, si veo un papel tirado o cualquier otra basura, lo recojo y lo deposito donde corresponde. Si estoy en la calle y como algo, guardo la envoltura o la cáscara y lo pongo en el basurero cuando encuentro uno. Jamás debo tirar nada en la calle.// Aprendí también, que un hombre demuestra su valía no por hacer de menos a otros o por golpear a una mujer, sino por lo considerado que puede ser con otros y lo responsable que es para consigo, su familia y su trabajo. // Cuando a veces no quería ir a estudiar y me hacía el enfermo, mi mamá me levantaba a la fuerza de la cama y siempre me decía “un ánimo recto, hace una vida feliz”, y me enseñó de esa manera que hay qué ser responsable y disciplinado y no sucumbir a la pereza. // Había ocasiones en las que no teníamos qué comer (a mi madre le tocó duro) pero cuando teníamos viandas en la mesa y alguna vecina del asentamiento donde vivíamos pasaba las mismas penas que nosotros, mi mamá invitaba a comer, y sin decirme nada, ella me enseñó que hay qué ser generosos.// Durante mucho tiempo, vivimos en una casa de madera, láminas y piso de tierra. Mi abuelita nos enseñó que ser pobre no era sinónimo de ser sucio, por lo que me hacía barrer bien, a regar el piso y a bañarnos cuidadosamente.// Durante varios años,  mi mamá tuvo qué acarrear agua porque no teníamos agua entubada. Ella se levantaba a las 4 de la mañana a hacer cola para llenar las cubetas a un kilómetro de la casa y traer cargando el líquido. Me hizo valorar lo maravilloso que es tener agua en el grifo… Hoy he hecho mención de muchas cosas que me han formado y que varias personas (sean maduras o jóvenes) lo ven como algo del  pasado. Puede ser que así sea. Es probable que ser cortés, amable y educado sea “retro”. Sin embargo, es genial serlo. En las relaciones interpersonales, nunca pasa de moda saludar, ser generoso, o respetar. Si parece extraño o fuera de época, es momento de poner de moda otra vez esas “costumbres vintage”. Hoy, vamos con todo…

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Día 25: Casi 42 años, 32 libras menos, ejercitándome y disfrutando la vida.

En el libro “Grandes Esperanzas”, Charles Dickens cuenta por medio de Pip, el personaje principal de la novela, una verdad que trasciende el tiempo: “… la oportunidad no viene a buscarlo a uno, sino que uno debe ir a buscarla; por eso yo he ido”. Hace poco más de 3 meses me embarqué en un desafío personal: Bajar de peso. El estar en un grado intermedio de obesidad había llevado al caño mi salud y mi autoestima. Después de pensarlo mucho fui donde Paulina, una nutricionista que por su carácter tan ameno lo convence a uno desde el inicio de que con ella uno se encuentra en el lugar adecuado. Inicié el régimen (que dicho sea de paso no fue complicado porque diseñó mi dieta sobre la base de comidas que me agradan y que consumo regularmente). Además, me puse juicioso con el gimnasio y al menos 4 veces por semana hago una hora de spinning y, semanalmente, entro una vez a la clase de Tae Bo. Desde hace dos meses, y por el ejemplo de mi amigo Will, estoy yendo a correr todos los domingos. Incluso, ayer pagué mi inscripción para correr la San Silvestre el 31 de diciembre (una carrera que me gusta mucho y en la que siempre había sido un espectador que añoraba  ser protagonista). Cuento todo esto, porque hoy, 32 libras menos de peso después, puedo decir que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en este año. De salud me siento muy bien, mi ánimo ha cambiado, y lo mejor de todo: ahora uso ropa que hace un año habría sido imposible que me pusiera. Para llegar acá he tenido qué pagar un precio: ser disciplinado. Ha habido días en los que francamente no he querido ir a hacer ejercicio, pero yo mismo me hablo y me recuerdo que si no soy cuidadoso con mi salud, tarde o temprano el cuerpo me pasará la factura. No en balde, la escritora francesa Marguerite Yourcenar menciona en “Las Memorias de Adriano” que el cuerpo es un esclavo que tarde o temprano termina por devorar a su amo. Soy un hombre de 41 años (casi 42), y aun tengo sueños. El hecho de correr el 31 de diciembre me tiene nervioso pero a la vez emocionado. Por primera vez en mi vida no voy a ser una persona que verá la carrera, sino uno que la hará. Son solo 10 kilómetros y puede que para muchos sea poco. Para mí es una meta, y la voy a lograr. En la vida, no solo hay qué soñar, también hay que hacer que las cosas sucedan. El éxito no es solo un conjunto de buenas intenciones, es el resultado de la constancia y la disciplina. En esta época, amigo Jaime está más entusiasmado con el gimnasio. Estoy seguro de que si sigue al ritmo que va y cuida su alimentación logrará excelentes resultados en poco tiempo. Pero debe ser persistente…// Puede que tu objetivo no sea como el mío; no obstante,  sin importar cuál sea el camino que querés andar, es necesario que tengás claro que para lograr lo que soñás, tenés qué pagar el precio: la constancia y la disciplina. Los que solo sueñan pasan la vida envidiando lo bien que les va a quienes hacen que las cosas sucedan. Hoy, es un buen día para comenzar o para recomenzar. Hoy, vamos con todo….

lunes, 9 de noviembre de 2015

Día 24: El parpadeo del tiempo (mi hermano Otto)

El 18 de abril de 1978 Dios me proveyó de un regalo maravilloso: mi hermano.  No puedo dejar de decir que amo a toda mi familia y que cada quien tiene un lugar importante en mi corazón. Pero hoy, particularmente, quiero referirme a Otto. Han pasado ya 37 años desde que nació y aún recuerdo lo gordito que era. Sin duda alguna, podía definirse como un bebé hermoso, en todo el sentido de la palabra. En la infancia, yo lo molestaba mucho, pero siempre me sentí responsable de él. Ya tengo 41 años, y creo que mi vida estaría incompleta sin él, porque además de mi hermano es mi confidente y mi amigo. Puedo confiar en él al 100%./ Hoy, 9 de noviembre de 2015, se cumplen 14 años de la noche en la que recibí una llamada telefónica donde nos informaban que acaba de sufrir un accidente de tránsito. Quien llamó, no nos dio referencia de si estaba vivo. Por la forma en la que quedó el vehículo en el que iba, todo mundo dice que el hecho de que haya sobrevivido fue un milagro. Mi hermanito pasó 3 largos años en cama, recuperándose. Nunca lo vi deprimido. En ese tiempo aprendió alemán viendo programas educativos en la televisión. Soportó estoicamente el suplicio que le tocó vivir en el hospital y luego en casa. Hoy vive conmigo.  Y casi solo nos vemos los fines de semana. Sin embargo, considero que soy un hombre afortunado por tenerlo. Cuánta gente sería feliz de tener un hermano tan fabuloso como él. Dicen que es muy enojado (pero quién en mi familia no lo es?), lo molestamos porque le decimos que es “el nene consentido” de mi mamá. Es desordenado y mal hablado. En las fiestas de fin de año es quien quema los fuegos pirotécnicos con mi sobrino y quien reúne a la familia para elevar una oración. A pesar de su mal carácter sigue siendo un niño. Cada semana santa, desde hace más de 30 años recorremos las mismas calles y tradiciones que hacíamos con mi difunta abuela. Él me ha visto llorar y reir. Le cuento secretos y sé que los guarda muy bien.  El hecho de que Dios lo haya salvado hace 14 años me hace valorarlo mucho. Él me ha dado un ejemplo de valentía y gusto por la vida que pocos tienen. A veces me reprende y me hace recapacitar. En otras ocasiones nos peleamos y discutimos. Somos 2 hermanos./ El tiempo pasa como un parpadeo. Hemos vivido muchas experiencias juntos y sé que en el futuro habrá otras aventuras… En esta noche de reflexión muy personal doy gracias por él. Otto me ha enseñado a ir por todo!!!

viernes, 6 de noviembre de 2015

Día 23: Ser Extraordinario (una obligación insoslayable)

En las últimas líneas de “El Palacio de la Medianoche”, Carlos Ruiz Zafón escribió: “…Es tan extraño sentir cómo la vida se nos escapa de las manos…” como una declaración dicha por un hombre que está en sus últimos años. Sin embargo, encontrarse ante esa convicción te permite plantear preguntas eternas y encontrar pocas respuestas. Es posible que haya personas que llegan a sus 20´s, a sus 30´s, a la década de los 40´s e incluso más y no logran entender el significado de su existencia. Hay mucha gente que vive con tristezas y con rencores. Pierden el valioso tiempo en llevar esa carga. Olvidan que la mejor forma de transitar el camino de la existencia es livianamente, sin llevar al hombro nada. Perdonando, olvidando, amando. Encontrando tranquilidad. De hecho, el escritor checo Milán Kundera, hace una declaración acertadísima en “El libro de la risa y el olvido”, afirmando que “El hombre, presa de la paz, siempre tiene una sonrisa”.  Y esa sonrisa no es una mueca de sarcasmo sino un espejo de su interior. Hay personas que viven sin esperanza y han perdido las ganas de vivir.  Y nos corresponde a quienes estamos alrededor, tener fe en nombre de ellos e inyectarles fortaleza. En este siglo XXI estamos en la era donde todos nos conectamos y sabemos las noticias en instantes, aunque sucedan a miles de kilómetros de distancia. Estamos en las redes sociales, y es la era en la que más gente se siente sola. Y justamente por lo rápido de las telecomunicaciones, logramos que los detalles antiguos tengan significancia increíble para quienes no están acostumbrados a ser amados. Hace algunas semanas recibí un mensaje de texto de un conocido de quien tenía años de no saber. Me escribió agradeciendo porque en 2011 hice algo extraordinario por él.  Dediqué bastante tiempo a tratar de recordar algo asombroso en el tiempo que compartimos y no vino nada a mi mente. Días después se lo hice saber y me contó qué era a lo que él se refería: En ese año murió su mamá y me llamó para contarlo. Le propuse que nos encontráramos. Nos reunimos, y cuando lo vi (recuerda él) no le dije nada. Solo le di un abrazo y lloró. Ahora que han pasado 4 años me dice que ese abrazo y mi silencio lo fortalecieron y que esa era la causa de su agradecimiento. Lo interesante de esta anécdota es que para mí fue algo sencillo, normal. Pero para él fue algo extraordinario.// Más arriba yo afirmé que es nuestro deber fortalecer a otros y ayudarles. Hacer eso no significa ir a fin de año a un orfanato a quebrar piñatas y llevar payasos a los niños , si el resto del año nos olvidamos de su existencia. Aportar valor a quienes nos rodean significa tener detalles.  Dar esperanza y fortalecer. Lo maravilloso de esto es que las situaciones que para nosotros a veces parecen insignificantes son valiosísimas para otros. Dar felicidad es fácil, se trata de que los demás nos importen verdaderamente y entonces fluye… Lo más hermoso es que sin percatarnos, todo lo que sembramos nos regala frutos. Cuando aportas valor a otros, inevitablemente recibís valor.  Además compartís alegría, y ella siempre te regresa. En “También esto pasará”, la escritora Milena Busquets afirma “Todos parecemos más jóvenes cuando somos felices”. Dar valor y tener detalles con los demás te rejuvenece, te llena de vida. Hacer cosas pequeñas y valiosas por los demás te hace ser extraordinario. ¿Qué tanto lo fuiste hoy?, si no lograste serlo, aún es tiempo. Hoy, vamos con todo…

martes, 3 de noviembre de 2015

Día 22: Proveedores de afecto

En su libro “Ficciones”, Jorge Luis Borges escribió: “lo cierto es que vivimos postergando todo lo postergable”. Y aplicarle esa categoría de prorrogable a las cosas y las acciones definen muchas veces el rumbo de la vida que llevamos y sus frutos. Hace algunos días mi madre habló conmigo y me dijo que extrañaba los abrazos que antes le daba de manera espontánea. En otro momento, mi hermana menor se expresó en los mismos términos. Y el reclamo amoroso de ambas me hizo pensar que antes yo era muy kinestésico y que a todos mis amigos y mi familia los saludaba de abrazo. Recuerdo que les decía que para mí era la expresión más sincera de afecto y que por lo tanto era mi forma de decirles lo importantes que eran para mí. No sé exactamente en qué momento dejé de hacerlo. Lo cierto del caso es que mi madre y mi hermana lo resintieron.  Había aplazado mi forma de expresar cariño. Luego de recapacitar en el asunto tomé una decisión (finalmente, la felicidad y el amor son eso: determinaciones)…  Hoy en la noche fui al supermercado y compré una bolsa de semillas, luego me dirigí a la casa de mi mamá y entré. La saludé de abrazo (de esos fuertes y largos) y le entregué las frutas secas, porque a ella le gustan mucho.  Se sorprendió y me preguntó cuál era la razón. No le respondí. En eso, apareció mi hermana y la saludé con un beso y un abrazo. Me quedé un rato charlando con ellas. Luego me despedí y salí para mi casa. No sé si ellas lo notaron, espero que sí, pero comencé a darles muestras de afecto sin ninguna razón aparente. Mi decisión consiste en abrazar más y expresar  el cariño que siento por las personas que son importantes para mí. Eso puede sonar muy sencillo o a una resolución barata. Pero no lo es. Así como me ha sucedido, sé que les ha pasado a varias personas: comenzamos a ser menos expresivos y la gente a la que le importamos, extraña nuestras formas de amor. Esas demostraciones no deberían ser algo postergable. No sabemos si tendremos tiempo de decir un “te amo” o de dar un beso oportuno, porque la existencia es muy corta. Aportar valor a los demás seres humanos es una necesidad, pero comenzar con quienes están más cerca de nosotros es un deber. Deberíamos hacer un análisis de cuánto tiempo llevamos de no demostrar cariño a quienes nos importan (un mensaje de texto, una llamada telefónica, un abrazo, una sonrisa) y simplemente hacerlo. Bronnie Ware, menciona en su libro “The top five regrets of the Dying” que un lamento recurrente en la gente moribunda es: “me habría gustado tener el valor de demostrar mis sentimientos”. No deberíamos esperar a sollozar en nuestros instantes finales, sino más bien arriesgarnos a ser proveedores de amor. Tomar esa decisión puede ser un paso firme hacia la felicidad. No hay nada qué perder, y sí mucho qué ganar. Hoy, vamos con todo…