Hace pocos días leí en las noticias de la BCC en Facebook,
que en la noche del sábado 24 de enero de 2015 sería visible el Cometa Lovejoy,
y que la siguiente vez que será posible admirarlo desde la tierra será en el
año 10015. Vino a mi mente lo corta que es la vida y cómo en esta existencia he
tenido la dicha de ver cosas que tantas generaciones no han podido ver. Por
ejemplo, en 1991, recuerdo el eclipse total de sol que oscureció todo al mediodía
y que fue un hecho sin precedentes. Hace poco leí que ni siquiera la siguiente
generación verá algo igual acá en mi país, porque será hasta el año 2131 cuando
ocurra un hecho similar. Esos fenómenos celestes son solo una parte de lo que
me ha tocado vivir. Yo ví el inicio de internet y de los teléfonos celulares en
Guatemala. También me tocó ver el fin de la guerra interna y el proceso de
transición democrática de mediados de los ochentas. Yo soy de las personas que
todavía recuerda que en las noches se podía salir a la calle a jugar y que a
veces pagábamos un centavo por ir a ver televisión en blanco y negro porque en
la casa no había. Soy de los que recuerda los almuerzos de domingo al son de la
marimba y de los cuentos de leyendas del ya fallecido Héctor Gaitán. Había
radionovelas y muchos de los precios todavía eran en centavos. Y ahora, en
2015. Estoy acá. Escribiendo en mi propio computador, sentado en la mesa del
comedor del apartamento que gracias a Dios compré. Y me doy cuenta de que a
pesar de todo lo que he visto y vivido, mi existencia es solo un parpadeo en la
secuencia de los tiempos. Y que si me la paso triste, enojado, molesto o serio,
me estoy perdiendo preciosos minutos que ya no van a volver. La vida está llena
de momentos, y muchos de ellos son tristes y dolorosos. Pero son solo eso:
momentos. Antes de convencerme de la necesidad de estar alegre, tuve qué darme
cuenta de lo corta de la vida, y de que mi decisión de ser feliz o no, hará que
este maravilloso y breve viaje por la tierra, sea o no excepcional. Ese es el
primer paso para cumplir con el secreto número 3.
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