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miércoles, 4 de febrero de 2015

Día 7. Secreto Número 3: Tratar de estar alegre siempre (Segunda Parte)


Soy consciente de que la palabra “siempre” dentro del título de esta entrada puede parecer muy complicada. Sobre todo porque en el diario vivir existen mil y una razones para molestarse, sentirse herido u ofendido. Desde el tráfico que causa cansancio, hasta los malos gestos de la pareja, pasando por problemas de trabajo o estudios y el enfrentamiento con la violencia generalizada en la ciudad de Guatemala. Sin embargo, es ahí donde está exactamente la razón de ser de este secreto. Hay que tratar de buscar motivos de alegría, aunque lo normal sea todo lo contrario. Eso requiere un esfuerzo. Sí. Pero la energía que se usa para buscar buenos momentos generalmente se multiplica como progresión geométrica. La última vez que escribí hice un recuento de la manera en que las personas de mi generación encontramos nimiedades que nos permitían ser felices. Incluso hace un par de días, me acordé de algo que hacía cuando era niño y que para mí representaba un placer: tirarme en el suelo o sobre la terraza y ver el cielo azul, hallarles formas a las nubes y pensar que más allá había un universo enorme. Pasaba largo tiempo en eso. La carencia de juguetes y la lectura que mi tía inculcó en mí, desarrollaron mi imaginación. Al final de cuentas, la raíz de este secreto consiste en no dejar morir la parte de niños que tenemos dentro y encontrar motivos sencillos para sonreír. Tomarte un café como te gusta, oler una flor, sentir el rocío de la mañana, escuchar la voz de tu pareja, ver caminar o hablar por primera vez a tus hijos, tomarte una selfie, hablar con tus padres, leer, encontrar un lugar para comer bien y barato, ver tu computador trabajar rápido, o cualquier otra situación sencilla, cotidiana te permiten encontrar momentos para estar alegre. Lo importante no es el entorno, sino tu perspectiva de la vida. 

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