La fidelidad es un concepto que generalmente se asocia con
las relaciones sentimentales. De esa cuenta se dice que entre los cónyuges o
entre los novios debe haber un código de conducta mediante el cuál uno le es “fiel”
al otro, es decir que voluntariamente aceptan que no deben involucrarse con
otras personas. Sin embargo, la fidelidad es un término que etimológicamente es
muy interesante porque se desprende de la misma familia del latín que da vida a
la palabra Fe, y que en su forma más amplia significa lealtad a otra persona.
Partiendo de todo esto, es fácil inferir que el secreto número 1 de Daniel y
Jackie tiene qué ver con ser leales a las personas que son importantes para
nosotros. Esa lealtad se magnifica cuando tenemos bien claras las prioridades
en nuestras vidas. Así, primero deberíamos ser leales a Dios (en la forma en
que nuestra fe nos mueva), en segundo lugar ser leales a nosotros mismos, y en
tercer lugar ser leales a los demás. Esa priorización tiene una razón lógica de
ser. Si no logramos ser leales con el Creador, nuestra parte espiritual es
pobre y eso repercute en cómo interactuamos en la vida. Ser leales, según
nuestra fe, nos permite tener un sostén emocional y vital. Esto ha sido
demostrado mediante varios estudios de universidades estadounidenses que han
sido citados por Gretchen Rubin en su libro The
Happiness Project . La lealtad a uno mismo, significa darse tiempo para
crecer, para hacer las cosas que a uno le gustan y para cuidarse. Eso, naturalmente
necesita un equilibrio: no hay qué ser narcisista ni masoquista. Cuando tu fe
hace que tu parte espiritual esté bien, y lográs ser fiel a vos mismo y a tus
propias convicciones, entonces tus relaciones con los demás son sanas. Podés
lograr ser leal a los demás porque en lo esencial has logrado serlo. Ser fiel a
otros es la consecuencia de la fidelidad a Dios y a vos mismo. Si por acción,
palabra u omisión no sos fiel a tu pareja o a quienes amás, es porque quizá no
has logrado ser fiel al Creador o a vos mismo. En tus manos está alcanzar la
realización. Si a la fecha no has priorizado tu vida, cualquier día es un
excelente momento para volver a comenzar y ordenarte. Una fe que te sustente,
una vida plena y una relación sana con los demás son metas posibles cuando
lográs decidirte a dar el primer paso. ¿Lo harás?
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