La Nochebuena evoca muchos recuerdos en la mayoría de las
personas. Algunos piensan en momentos memorables y seres entrañables que han
partido, y otros rememoran la fecha con nostalgia e incluso con tristeza. En
países como Guatemala, cada quien tiene historias de estas fechas qué contar.
En general, los sentimientos afloran. Hoy he tenido ocasión de leer en el muro
de Facebook de varios amigos, sendos mensajes de armonía y felicitación por la
fecha. No ha faltado quiénes han escrito que se sienten solos o tristes por
diferentes razones. Adicionalmente, algunas empresas han optado por hacer
publicidad indicando que los protagonistas de la navidad somos nosotros. Otra
compañía causó polémica por la utilización de colores en sus recipientes, solo
por ser “políticamente” correctos,
olvidando el verdadero origen de la navidad. Hay quiénes también se pierden en
la discusión bizantina de que no hay certeza ni evidencia histórica de que el
24 de diciembre fue el nacimiento de Jesucristo. Y efectivamente sabemos que no
fue en esta fecha, ni tenemos fuentes que nos indiquen con exactitud cuándo se
dio tan maravilloso acontecimiento. Todo esto que he mencionado, hace que la
celebración de navidad pierda su significado verdadero. La razón por la que la
iglesia primitiva adoptó esta fecha para conmemorar el nacimiento de Jesús, en
la fecha de una celebración que antes era pagana, no era la fecha en
particular. Era el mensaje implícito en la Navidad. Para quiénes profesamos la
fe cristiana, la noticia de la encarnación del Hijo de Dios es la razón de la celebración.
Es la noticia de que Dios quiso habitar entre nosotros y esa historia es la
verdadera protagonista. El nacimiento del Salvador no era para entristecerse,
hacer compras innecesarias, endeudarse, beber o deprimirse. Esas son las cosas
que provocan el alejarse del significado verdadero de la navidad. Cuando
hacemos que nuestra historia personal (por muy feliz o lamentable que sea) ceda
el espacio a esa maravillosa historia, entendemos el por qué de la celebración.
Dios es amor, y la navidad es un recuerdo de eso. El amor todo lo cree, todo lo
soporta, todo lo puede. El amor nunca deja de ser. Y cuando alcanzamos esa
convicción, aunque estemos solos, o extrañando a seres queridos que ya no
están, nos alegramos por el hecho de que vivimos lo vivido. Hoy es un día para
celebrar, para decirles a quienes son importantes para nosotros, cuánto los
amamos, para abrazar y para levantar el ánimo. Hoy no es una celebración para
estar tristes por lo que no se tiene o por quienes no están, sino para
agradecer a Dios por todo lo que tenemos y por el privilegio de ser parte de la
vida de quienes están lejos o ya partieron a la eternidad. En esta navidad…
vamos con todo…
Posdata: A vos, que sabés que te escribo: Deseo que Dios te
conceda una celebración maravillosa con tu familia. Hoy estuve recordándote
mucho y, sin que lo supieras, me arrancaste varias sonrisas cuando rememoré los
maravillosos momentos que vivimos juntos. ..
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