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jueves, 24 de diciembre de 2015

Día 32. Navidad: recuerdos e historias.

La Nochebuena evoca muchos recuerdos en la mayoría de las personas. Algunos piensan en momentos memorables y seres entrañables que han partido, y otros rememoran la fecha con nostalgia e incluso con tristeza. En países como Guatemala, cada quien tiene historias de estas fechas qué contar. En general, los sentimientos afloran. Hoy he tenido ocasión de leer en el muro de Facebook de varios amigos, sendos mensajes de armonía y felicitación por la fecha. No ha faltado quiénes han escrito que se sienten solos o tristes por diferentes razones. Adicionalmente, algunas empresas han optado por hacer publicidad indicando que los protagonistas de la navidad somos nosotros. Otra compañía causó polémica por la utilización de colores en sus recipientes, solo por ser  “políticamente” correctos, olvidando el verdadero origen de la navidad. Hay quiénes también se pierden en la discusión bizantina de que no hay certeza ni evidencia histórica de que el 24 de diciembre fue el nacimiento de Jesucristo. Y efectivamente sabemos que no fue en esta fecha, ni tenemos fuentes que nos indiquen con exactitud cuándo se dio tan maravilloso acontecimiento. Todo esto que he mencionado, hace que la celebración de navidad pierda su significado verdadero. La razón por la que la iglesia primitiva adoptó esta fecha para conmemorar el nacimiento de Jesús, en la fecha de una celebración que antes era pagana, no era la fecha en particular. Era el mensaje implícito en la Navidad. Para quiénes profesamos la fe cristiana, la noticia de la encarnación del Hijo de Dios es la razón de la celebración. Es la noticia de que Dios quiso habitar entre nosotros y esa historia es la verdadera protagonista. El nacimiento del Salvador no era para entristecerse, hacer compras innecesarias, endeudarse, beber o deprimirse. Esas son las cosas que provocan el alejarse del significado verdadero de la navidad. Cuando hacemos que nuestra historia personal (por muy feliz o lamentable que sea) ceda el espacio a esa maravillosa historia, entendemos el por qué de la celebración. Dios es amor, y la navidad es un recuerdo de eso. El amor todo lo cree, todo lo soporta, todo lo puede. El amor nunca deja de ser. Y cuando alcanzamos esa convicción, aunque estemos solos, o extrañando a seres queridos que ya no están, nos alegramos por el hecho de que vivimos lo vivido. Hoy es un día para celebrar, para decirles a quienes son importantes para nosotros, cuánto los amamos, para abrazar y para levantar el ánimo. Hoy no es una celebración para estar tristes por lo que no se tiene o por quienes no están, sino para agradecer a Dios por todo lo que tenemos y por el privilegio de ser parte de la vida de quienes están lejos o ya partieron a la eternidad. En esta navidad… vamos con todo…

Posdata: A vos, que sabés que te escribo: Deseo que Dios te conceda una celebración maravillosa con tu familia. Hoy estuve recordándote mucho y, sin que lo supieras, me arrancaste varias sonrisas cuando rememoré los maravillosos momentos que vivimos juntos. ..

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