Emprendiendo

Law, People & Happiness

jueves, 31 de diciembre de 2015

Día 36. Adiós 2015...

Bastó una hora, seis minutos y cuarenta segundos para que cruzara la meta de la primera carrera en la que que participé. Desde hace varios años he ido a ver la tradicional San Silvestre de ciudad de Guatemala. Un evento muy divertido y familiar donde muchas personas participan disfrazadas. Siempre había sido un espectador, pero este año me propuse ser parte. Lo hice. Corrí los 10 kilómetros sin detenerme. Iba motivado. En el kilómetro 7 me sentía un poco cansado pero estuve repitiéndome que no había llegado a ese instante para darme por vencido. Al entrar en el estadio Nacional donde se encontraba la meta, se apoderó de mí una sensación de alegría que he experimentado pocas veces. Al cruzar la meta, no pude evitar que se me escaparan un par de lágrimas. Dios me había concedido la dicha de convertir un reto personal en realidad. En cierto modo, ha sido una forma maravillosa de terminar un año complicado en mi vida. En este 2015 pasaron muchos eventos que me marcaron para siempre. En este mismo momento en el que escribo, acabo de regresar de la iglesia. Fui a dar gracias al Creador por haberme mantenido vivo en este año y por permitirme tener a mi familia con bien. He tenido comida, techo y vestido, y en parte me ha permitido proveerles a quienes amo. A pesar de las pérdidas durante la mitad del año, Dios ha sido inmensamente misericordioso y generoso conmigo. Este año conocí personas espléndidas que se convirtieron en excelentes amigos y compañeros de trabajo. Aunque técnicamente en varias partes del mundo ya es 2016, acá en Guatemala aún no lo es y quise dedicar mi última entrada de este año a dar gracias por la vida. Gracias a mi familia por estar ahí siempre (cada uno por nombre son importantísimos para mí). Gracias a mis amigos entrañables (los de todo el tiempo, los nuevos y los que han de venir).  Gracias a quien todavía durante parte del primer semestre de 2015 compartió su vida conmigo. Gracias a quienes me leen en el blog, por las más de tres mil cien visitas y por hacerme sentir vivo. Gracias por los buenos momentos. Este año, termina con vivencias inolvidables y mucha esperanza. Este 2015 se acaba, y así como me sucedió cuando crucé la meta, hoy por la tarde, no puedo evitar que se escape alguna lágrima. He corrido un tramo de la carrera de la vida (este tramo se acaba hoy), mañana comienza uno nuevo con 366 posibilidades. Cierro el año en paz. En 2016, vamos con todo!!!

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Día 35: Un evento inesperado...

Esta mañana me levanté más tarde de lo normal porque tenía que realizar una diligencia cerca de mi casa, por lo tanto no tenía qué madrugar como suelo hacerlo. Mientras los rayos del sol matutino entraban por la persiana de mi ventana, comencé a hacer un recuento de este año. (Es imposible escapar a la tentación de hacerlo). Pensé mucho en mi equipo trabajo. Mis más cercanos colaboradores. Reflexioné que en estos días he sido muy exigente y duro con ellos. Incluso tenía la percepción de que algunos de ellos estaban a la defensiva. Me propuse llegar a la oficina e ir llamándolos a cada uno para inquirirlos sobre lo que les estaba molestando y para aclarar las cosas. He aprendido que para que nuestro departamento de Recursos Humanos avance, todos debemos poner de nuestra parte y la comunicación no debe perderse. En este momento estamos en un proyecto que tiene fecha límite el 12 de enero. Al llegar a la oficina, respondí algunos correos electrónicos y luego llamé al colaborador que más alejado había sentido (y a quien, además, había llamado la atención por haber llegado en jeans y no con el uniforme). Le pregunté si estaba molesto o si había algo que lo incomodara y su respuesta fue: necesito que hablemos abiertamente, pero también es indispensable que el resto de mis compañeros líderes de Recursos Humanos estén presentes. Lo dijo de una manera tan seria que me preocupó. Sin embargo, me gusta escuchar a mi equipo y accedí a su petición. Llamamos a los otros 6 miembros del equipo y uno a uno fueron entrando de manera muy poco usual (circunspectos). Entonces Amilcar, el que había pedido que estuviéramos todos presentes comienza a hablar, más o menos en los siguientes términos: “sabemos que a vos te toca soportarnos y soportar a muchos en esta empresa y no hay quién te motive, por lo que queremos darte un presente”, y sacó una bolsa de papel de un restaurante de comida rápida. Lo recibí (un poco contrariado dado que había acabado de desayunar). En ese momento, recibí una llamada que me molestó por varias razones pero al colgar, recibí la bolsa y al abrirla no había comida sino otra bolsa, esta vez una muy bonita con una moña de listón de tela. La marca en letras doradas de una joyería reconocida resaltaba en esta segunda bolsa. Abrí la moña, y dentro había un regalo delicadamente empacado en papel plateado y moña azul. Lo destapé y cuando lo abrí, había dentro una pluma y un portaminas de una marca que particularmente me gusta. Me sentí muy conmovido. Luego, otro de los miembros de mi equipo, con quien también he sido muy duro, tomó la palabra y dijo algo así “de todos los jefes que he tenido he aprendido algo, pero sin temor a equivocarme puedo decir que de vos he aprendido más y no solo para el trabajo sino para la vida”. El resto de mi equipo tenía una sonrisa desbordante. Comencé a agradecer, y no pude evitar que la voz se entrecortara. Con un gesto tan inesperado, de una manera tan diferente. Me hicieron sentir muy bien. Estoy seguro de algo. Un detalle como ese se agradece y queda marcado en las entrañas para siempre. Yo creía que había influido en ellos, pero con ese gesto, influyeron inevitablemente en mí. Ayer dije que era mi penúltima entrada, pero necesitaba contar esta maravillosa historia, antes de escribir el último post de este año. Hoy me hicieron sentir genial. El equipo del que me enorgullezco me conmovió. No solo me siento respaldado por ellos. Ahora me siento querido. De eso se trata la vida. De esos momentos que te marcan. Con más razón digo: hoy, vamos con todo!!!

martes, 29 de diciembre de 2015

Día 34: Cuando comés con sabor a infancia...

En vista de que desde hace poco más de 15 años se ha vuelto tradición que el almuerzo del 1 de enero sea un acontecimiento familiar donde comemos pierna de cerdo, y donde llegan mis primos, sobrinos y cuñados, hoy tuve qué pasar al supermercado a comprar algunos ingredientes para marinar la carne y para la preparación de la salsa de vino y café que espero les guste a los comensales.  Mientras iba entre los pasillos me encontré con unas cajas de pasas (de una marca muy conocida en ese producto) y con solo ver el empaque evoqué mi infancia. En el paladar comencé a sentir el sabor dulce de esos frutos secos. No me pude contener y compré un paquetito con 6 cajitas –idénticas a las que comía cuando era niño-… Ya he contado en otras entradas que cuando era pequeño no teníamos las comodidades ni posibilidades que ahora tenemos (gracias a Dios). Y recuerdo muy bien que en una época de fin de año (allá por 1982), mi tío Manolo –hermano de mi papá- nos llevó varios regalos a mis hermanos y a mí. Sin embargo, de las dádivas yo recuerdo 2 cosas que me impresionaron: 1. Una cajita roja con frutos secos que cuando comencé a comerlas, supe que serían de mi gusto durante toda mi existencia y 2. Un removedor para café hecho de plástico blanco, con una letra M estilizada en la parte de arriba. Recuerdo que le pregunté a mi tío qué significaba esa consonante y me explicó que era de un restaurante de comida rápida, al que nunca había ido yo, dado que las posibilidades económicas no le habrían permitido a mi madre pagar por un menú en ese lugar. Mientras escribo esta penúltima entrada de 2015, estoy comiendo unas pasas, y me recuerdo de esos años. Sin duda alguna lo que me ha tocado vivir ha sido espléndido. Evocar esos tiempos es bonito, porque me hace recordar que no se necesitan cosas para sentirse feliz y pleno. A pesar de las necesidades, la pasábamos bien y puedo decir que éramos felices dentro de lo que mi madre pudo darnos. Este año me ha dejado muchas cosas: he llorado mucho, dije un “adiós” que nunca hubiera querido decir, bajé 42 libras de peso, estoy por correr por primera vez en mi vida la Carrera de San Silvestre, estoy visualizando un año duro en 2016, pero lleno de retos y posibilidades. Las pasas que estoy saboreando, me recuerdan que lo dulce de la vida no está en el pasado, sino en el presente. Que recordar es bonito, para no olvidar de dónde venimos, pero que lo más importante es vivir plenamente el presente y tener la esperanza de que el futuro será impresionante. Hoy… vamos con todo!!!

viernes, 25 de diciembre de 2015

Día 33: 4to. Aniversario

La noche del domingo 25 de diciembre de 2011, luego de haber leído a Gretchen Rubin en "The Happiness Project" y a Sofía Macías en el "Pequeño Cerdo Capitalista", y despúes de haber visto la película Julie & Julia, decidí por fin escribir un blog. Estaba sólo en mi apartamento de la zona 2, sentado en el pequeño sofá café y coloqué el computador portátil en mis piernas. No sabía de qué escribir. Solo sabía que quería hacerlo. Doce meses más tarde, había escrito 93 entradas y tenía más de 5 mil visitas. Era un logro para mí. Es curioso cómo cada 25 de diciembre, ha representado un resurgimiento para mi existencia. Al revisar mis publicaciones de Facebook de 2010, leí un post en el que me aconsejaba a mí mismo “vivir, ser descaradamente feliz”. Y al siguiente año emprendí la aventura del blog. En 2013 guardé silencio. En 2014 hice un tímido intento y este año retomé a partir de octubre el oficio de escribir. Este 25 de diciembre de 2015 fue un despertar también, porque logré desahogar muchas cosas que tenía guardadas y que me estaban haciendo daño. Mientras las decía se aceleró mi pulso, pero sentí una liberación increíble. No grité, no ofendí, no reclamé. Solo me dejé fluir la tristeza. Estoy como aquella noche de 2011, frente a una hoja de Word en blanco, con tantas ideas en la cabeza que los dedos parecen lentos al querer transformar los pensamientos en palabras. Hay muchos retos que se aproximan en mi vida. Estoy a poco menos de una semana de correr la primera carrera de mi vida y me siento muy emocionado por eso, porque a pesar de que son solo 10 kilómetros, paso de ser un espectador a ser participante. Hoy hablé con mi hermano sobre las preocupaciones que tengo para el nuevo año y me dijo que leyera un letrero que justamente apareció frente a nosotros mientras íbamos a casa: “no debemos preocuparnos porque tenemos un Dios proveedor”. Hoy fue un día genial. Cumplo 4 años de haber iniciado a bloggear, y aunque me falta mucho por aprender, seguiré escribiendo.  A partir de hoy… vamos con todo!!!


Posdata: (siempre nuestro)

jueves, 24 de diciembre de 2015

Día 32. Navidad: recuerdos e historias.

La Nochebuena evoca muchos recuerdos en la mayoría de las personas. Algunos piensan en momentos memorables y seres entrañables que han partido, y otros rememoran la fecha con nostalgia e incluso con tristeza. En países como Guatemala, cada quien tiene historias de estas fechas qué contar. En general, los sentimientos afloran. Hoy he tenido ocasión de leer en el muro de Facebook de varios amigos, sendos mensajes de armonía y felicitación por la fecha. No ha faltado quiénes han escrito que se sienten solos o tristes por diferentes razones. Adicionalmente, algunas empresas han optado por hacer publicidad indicando que los protagonistas de la navidad somos nosotros. Otra compañía causó polémica por la utilización de colores en sus recipientes, solo por ser  “políticamente” correctos, olvidando el verdadero origen de la navidad. Hay quiénes también se pierden en la discusión bizantina de que no hay certeza ni evidencia histórica de que el 24 de diciembre fue el nacimiento de Jesucristo. Y efectivamente sabemos que no fue en esta fecha, ni tenemos fuentes que nos indiquen con exactitud cuándo se dio tan maravilloso acontecimiento. Todo esto que he mencionado, hace que la celebración de navidad pierda su significado verdadero. La razón por la que la iglesia primitiva adoptó esta fecha para conmemorar el nacimiento de Jesús, en la fecha de una celebración que antes era pagana, no era la fecha en particular. Era el mensaje implícito en la Navidad. Para quiénes profesamos la fe cristiana, la noticia de la encarnación del Hijo de Dios es la razón de la celebración. Es la noticia de que Dios quiso habitar entre nosotros y esa historia es la verdadera protagonista. El nacimiento del Salvador no era para entristecerse, hacer compras innecesarias, endeudarse, beber o deprimirse. Esas son las cosas que provocan el alejarse del significado verdadero de la navidad. Cuando hacemos que nuestra historia personal (por muy feliz o lamentable que sea) ceda el espacio a esa maravillosa historia, entendemos el por qué de la celebración. Dios es amor, y la navidad es un recuerdo de eso. El amor todo lo cree, todo lo soporta, todo lo puede. El amor nunca deja de ser. Y cuando alcanzamos esa convicción, aunque estemos solos, o extrañando a seres queridos que ya no están, nos alegramos por el hecho de que vivimos lo vivido. Hoy es un día para celebrar, para decirles a quienes son importantes para nosotros, cuánto los amamos, para abrazar y para levantar el ánimo. Hoy no es una celebración para estar tristes por lo que no se tiene o por quienes no están, sino para agradecer a Dios por todo lo que tenemos y por el privilegio de ser parte de la vida de quienes están lejos o ya partieron a la eternidad. En esta navidad… vamos con todo…

Posdata: A vos, que sabés que te escribo: Deseo que Dios te conceda una celebración maravillosa con tu familia. Hoy estuve recordándote mucho y, sin que lo supieras, me arrancaste varias sonrisas cuando rememoré los maravillosos momentos que vivimos juntos. ..

martes, 1 de diciembre de 2015

Día 31: La forma de las nubes. (conservar ojos y alma inocentes)

Cuando tenía 10 años de edad, ya habíamos construido la casa de mis papás. Habíamos pasado de una vivienda de madera y lámina a una hecha de blocks y concreto. El techo (aún hoy) es una terraza, y recuerdo que en aquella época, cuando regresaba del colegio, luego de almorzar y de hacer mis tareas, subía usando una escalera de madera (porque aún no estaban hechas las gradas que hoy existen) y me tumbaba a ver el cielo. La inmensidad del firmamento azul me impresionaba, y me ponía a buscarles forma a las nubes. Algunas noches subía también y observaba las estrellas. Era una actividad  constante. La bóveda celeste siempre me impresionó. Y aún hoy lo sigue haciendo. // La época de lluvia me encantaba porque cuando comenzaba la tormenta, salíamos con mis hermanos a mojarnos y a jugar bajo el aguacero. Mi madre (siempre tan presente y fabulosa) se nos unía muchas veces y disfrutábamos de las empapadas que nos dábamos. Luego del juego entrábamos a la casa, nos bañábamos y mi mamá nos preparaba un atol de maizena. // ¡Las cosas sencillas me maravillaban!// Conforme crecemos, vamos perdiendo esa capacidad de asombro. El corazón comienza a cauterizarse y justificamos esa pérdida de inocencia diciendo que “estamos madurando” o que “tenemos los pies sobre la tierra”, pero la realidad es que perdemos uno de los tesoros más hermosos que un ser humano puede tener: un corazón simple e ingenuo. Yo conocí a alguien a quien yo le decía que lo más hermoso que tenía era su inocencia, y en momentos de enojo me refutaba diciendo que “nadie valora eso”. Y es posible que haya tenido razón, pero para que algo sea valioso no necesita ser aprobado por los demás. Basta que creamos que tiene gran valía para que así sea. Con el tiempo fue cambiando y abandonó esa ingenuidad que le daba un halo maravilloso.// Al afirmar que debemos mantener ese candor de la infancia, tampoco estoy diciendo que debemos ser inmaduros o comportarnos como Oscar Matzerath (el personaje de la Novela “El Tambor de Hojalata” del alemán Gunter Grass), quien se negaba a crecer. No, no me refiero a eso. Me refiero a que deberíamos mantener un corazón que se maravillara con el cielo, con un abrazo, con una llamada. Un alma que encontrara felicidad en las cosas simples, las que no se adquieren con dinero. En este mes que comienza muchos se ponen nostálgicos por la gente que ya no está y por otras razones. También trae lindos recuerdos de la infancia o de fines de año pasados. Es una excelente época para hacer que el niño interior se manifieste. ¿Qué tiene de malo o de extraño mantener una parte inocente en nuestro corazón? Nada. Solo tiene espectaculares posibilidades, porque como escribió la francesa Marguerite Yourcenar “el catador de belleza termina encontrándola en todos lados”. En este inicio de mes y fin de año te desafío a recuperar tu capacidad de asombro, a soñar, a amar como lo hace un niño. A sentir que podés volar y que cada mañana es una espléndida posibilidad. Te invito a no ser tan adulto y ver, en tu vida, lo milagroso y genial que es existir. Hoy, vamos con todo…