Hace poco más de un año, alguien que en ese momento era muy
cercano a mí, me dijo que yo era “un aburrido”. A inicios de enero un amigo me
dijo lo mismo y la semana pasada que fui a cortarme el cabello, el barbero me
etiquetó con ese mismo epíteto. Si no estuviera conforme y alegre con mi estilo
de vida, ellos habrían terminado destruyendo mi autoestima. Dos de estas 3
personas me llamaron así porque les conté que no bebo, ni fumo y que disfruto
mucho más de una charla acompañada de un café o de ver películas. La otra, me
dijo eso porque yo prefería quedarme en casa a leer que ir a gastar el dinero
en un antro. Cuento todo esto porque creo que dentro de la definición de
respeto debe incluirse también el no emitir juicio de valor sobre la manera en
la que otros disfrutan su tiempo libre. El hecho de que a mí me gusten los
juegos de mesa no me da el derecho de demeritar a quienes prefieren los
videojuegos. Los seres humanos somos seres gregarios por naturaleza.
Necesitamos unos de los otros. Ese es un axioma tan cierto como el hecho de que
convivir en total armonía es complicado. Pero justamente por la necesidad que
tenemos unos de otros y de que los demás enriquecen nuestras vidas, es que
deberíamos (como dijo Hillary Swank cuando recibió el Oscar por su actuación en
la película “Boys don´t cry), celebrar la diversidad en vez de remarcar
nuestras diferencias. Un ser humano que critica a otros es un individuo que no
está conforme consigo mismo y que descarga sus frustraciones en los demás. No
quiero sonar farisaico porque yo también he cometido el error de agrandar los
valles que me separan de otras personas en vez de tender puentes. En la vida,
he aprendido que debo ser cortés, agradecido, generoso y paciente, pero además
me he dado cuenta de que nada de aquello sería apreciado si no lo acompaño de
una buena dosis de respeto. Cada ser humano, por su sola condición, tiene
dignidad, y uno de los secretos más importantes para formar relaciones
duraderas es la de reconocer esa cualidad… Puede ser que yo sea un aburrido (a
los ojos de quienes tienen un estilo de vida diferente), tanto así que incluso mi hermano me ha dicho
varias veces “qué triste tu vida” solo porque cuido lo que como y trato de no
ingerir alimentos que me pueden dañar. Sin embargo, he aprendido a vivir con
esas críticas. Dicho todo lo anterior, la pregunta es: ¿no sería mejor que en lugar
de remarcar nuestras diferencias, celebráramos la riqueza que nos da el ser tan
diferentes y tener formas tan disímiles de disfrutar la existencia? La
construcción de relaciones sanas comienza con el respeto. A partir de ahí, se
aporta, se suma, se multiplica valor a los demás. ¿Es mejor criticar o dejar
vivir? Hoy, vamos con todo….
Como sabiamente decía mi abuelita, "El respeto al derecho ajeno, es la paz" y definitivamente gracias a Dios yo también "soy aburrida", lo mejor de esto, es que hicieron que escribieras este muy buen artículo y te hace una mejor persona "aburrida" por supuesto. Saludos.
ResponderEliminar