Cuentan los historiadores que en 1521, cuando el monje
agustino Martín Lutero fue citado a comparecer ante los delegados pontificios y
el recién nombrado emperador Carlos V en la ciudad alemana de Worms para
retractarse de los argumentos de sus 95 tesis,
no solo no se hizo para atrás en lo que había escrito sino que además
hizo la siguiente declaración: “ a menos que se demuestre que he caído en
error, ya sea por la razón o por la fe, no puedo ni debo retractarme, porque
ningún hombre debe actuar en contra de su propia conciencia”. Esa convicción es
difícil mantenerla. Sobre todo tomando en cuenta que estaba desafiando a las
dos instituciones más poderosas de la época. Había cierta obstinación en Lutero
que le dio fuerza para enfrentarse a su destino con tal determinación. / Muchos
sitios en internet de frases célebres atribuyen la siguiente declaración a
Thomas Alba Edison “No he fracasado. He encontrado mil formas de no hacer una
bombilla”, en respuesta al hecho de que llevaba muchos intentos para
desarrollar uno de sus inventos más famosos sin haber logrado todavía el éxito
que tiempo después llegaría. / El físico inglés de origen punjabí, Simon Singh
cuenta en su libro “El enigma de Fermat” cómo pasaron más de 400 años de
estudios y experimentos de brillantes matemáticos y aficionados para resolver
el problema planteado por Pierre de Fermat en el siglo XVII. Ese problema
matemático fue solucionado hasta la década de 1990. En los años que pasaron
desde que el francés esbozó el dilema, hubo muchos que al intentar dar con la
respuesta hicieron grandes descubrimientos y aportaron soluciones incluso para
ganar la segunda guerra mundial, y aunque la mayoría de ellos nunca conoció el
resultado, usaron sus vidas para tratar de encontrarlo. / ¿Qué tenían en común
Martín Lutero, Thomas Alba Edison y todos los matemáticos que gastaron sus vidas
en buscar la solución al problema de Fermat? La respuesta es que no se hicieron
para atrás en el objetivo que se habían planteado. Nadaban contra la corriente.
Estaban dispuestos a todo por lograr lo que previamente habían visualizado… En
la vida es importante tener uno o varios objetivos que mantengan cargada la batería de la existencia.
Una persona que no tiene claro hacia dónde quiere llegar, se mantiene inerte.
Desperdicia su tiempo. Prueba miles de cosas y la mayoría de ellas no le
satisfacen ni le funcionan porque no tiene una meta trazada. Visualizar lo que
queremos nos permitió, como especie, llegar a la luna, conectar a millones de
seres humanos por medio de unos bites, por mencionar solo algunos logros. .. A nivel
personal también nos permite darle trascendencia a nuestras vidas. Nos da confianza.
Ser genio y tener muy claro el camino que queremos recorrer nos hace ver como
tercos, pero nos hace más felices porque construye en nosotros resilencia. Tener
claro el objetivo nos da la fuerza para comenzar de nuevo todas las veces que
sea necesario. En el libro “Buscando a Alaska”, John Green dice “Necesitamos no
perder nunca la esperanza, porque nunca nos podemos romper de manera
irreparable”. Y si fuera el caso y nuestros anhelos se convirtieran en añicos,
la terquedad (o la convicción) nos obliga a recoger cada pedazo y empezar de
nuevo. Ser testarudo, en ese sentido, es tener esperanza. Y un ser humano con
esperanza, es imparable. Hoy, vamos con todo…
La vida ofrece innumerables retos. Este blog es uno de ellos. Consideralo parte de vos también para que juntos emprendamos la interacción en este viaje maravilloso llamado "vida".
Emprendiendo
Law, People & Happiness
miércoles, 28 de octubre de 2015
lunes, 26 de octubre de 2015
Día 20: CONFIDENCIAL (sobre cómo tratar a los demás)
Hace algunos años y
casi por accidente, ví la película “Buscando
a Eva” (cuyo título original en inglés fue “Blast from the past”). Debo
confesar que es uno de los filmes en los que más me he reído, gracias al
personaje del “Bishop”. En algún otro momento ahondaré en la enseñanza
maravillosa que se encierra en esa comedia romántica. Sin embargo, hay una
escena que probablemente es la que más recuerdo: Adam, el personaje principal,
le dice a Eve su propia definición de un “caballero”. Y lo hace más o menos en
los siguientes términos: es aquel hombre que hace todo lo posible para que las
personas que están a su alrededor se sientan cómodas. Desde que escuché eso fue
casi como tener una epifanía para mí. Me llegó tan hondo porque la meta de todo
ser humano debería ser esa. Y convendría que fuera aplicable tanto a hombres
como a mujeres. En 2012, leí que el escritor francés Charles Péguy dijo que “el
secreto de un hombre interesante es que él mismo se interesa por todos”. Lo que
a su vez me hizo recordar que John C. Maxwell menciona en las 21 Leyes
Irrefutables del Liderazgo que el político inglés Benjamín Disraelí no era
exactamente un estadista pero que el secreto de su éxito residía en cómo hacía
sentir a quienes entraban en contacto con él. Maxwell cuenta el testimonio de
una mujer que decía que antes de conocer a Disraelí creía que él era una persona
extraordinaria y que después de conocerlo, él la convenció de que ella era la
extraordinaria. En el libro David y Goliat, Malcolm Gladwell cuenta cómo el
coach de un equipo de Básquetbol logra un sorprendente éxito con sus jugadoras
guiándose por un simple principio: nunca alzar la voz y apelar a la razón y el
sentido común de ellas. Todos los
autores me hacen concluir que las personas que buscamos trascender y hacer la
diferencia, deberíamos estar conscientes de que el secreto del éxito no está en
lograr que nos admiren, sino en aportarles valor a quienes nos rodean. Es creer
en ellos, aunque ellos mismos no crean en sí mismos. Es dar comprensión, apoyo
y hasta el “súper” cuando sea necesario. Es hacer sentir importante a la gente,
porque por el hecho de existir lo son. Ayer tuve la suerte de servir a mi país
en una mesa de votaciones, y la gran mayoría de los electores que estaban
asignados a nosotros eran personas de avanzada edad, un nivel socioeconómico bajo
y muchos de ellos ni siquiera sabían leer y escribir. Hubo algunos que llegaron
con semblantes muy duros y hasta parecían enojados. Pero los que conformamos la
junta electoral acordamos atender extraordinariamente a las quienes estaban
tomándose el tiempo de ejercer el sufragio. Los recibíamos alegremente y con un saludo cordial. Los llamamos por su
nombre anteponiendo la palabra “don” o “doña”,
según fuera el caso. Increíblemente, todos, incluidos los más serios, se
marchaban con una sonrisa en el rostro. Quizá son individuos que por su
condición social no están acostumbrados a que los traten amablemente. Y estoy
seguro, de que se sintieron bien, y eso a su vez, hizo que nuestra jornada
larga fuera verdaderamente emocionante. Nosotros solo les dimos lo que
merecían: un trato respetuoso, y a cambio, ellos nos regalaron lo mejor que un
ser humano le puede dar a otro: su sonrisa. Creo que deberíamos retarnos a ser “caballeros”
(o “damas”), según la definición de Adam. Porque tal como dijo la escritora
estadounidense Maya Angelou “la gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que
hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir”. ¿Aceptás el desafío?.
Hoy, vamos con todo…
jueves, 22 de octubre de 2015
Día 19: Imaginar, actuar y persistir
Casi al final del libro “Ciudades de Papel” de John Green,
se da la siguiente conversación entre Margo y Quentin, los dos protagonistas
principales de la historia:
“-Las cosas nunca suceden como imaginas- me dice…
-Sí, es verdad- le digo. Pero lo pienso un segundo y añado-:
Pero también es verdad que si no imaginas, nunca pasa nada”
Y llegué a revisar el libro (el cual terminé de leer hace
unos 3 meses) porque acabo de ver la película basada en él. Ambos son buenos.
Lo interesante de todo esto es que en estos días en que he querido retomar el
blog, tuve que pasar varias noches analizando qué hacer, sobre qué escribir e
imaginarme si los temas que suelo abordar estarían agotados para quienes me
hacen el favor de leerme. Y pasé varias semanas incubando las ganas de escribir
sin hacer nada, hasta que finalmente tomé el computador y comencé a escribir sobre
la hoja en blanco. Es cierto que es necesario imaginar y que las cosas no
suceden como imaginamos (o como las películas y los libros nos inducen) pero
solo con la imaginación salimos del estado estático y damos el primer paso para
avanzar. Cuando el 7 de julio de este año comencé mi tratamiento con la
nutricionista y me puse juicioso con el gimnasio, me imaginé con mejor figura.
Hubo necesidad de que me visualizara en la mente, pero una vez que lo hice, fue
indispensable que diera el primer paso. Y luego de eso, se necesitó que fuera
constante. Hoy, es necesario que me mantenga. De eso se trata la vida, de
avanzar. Hay qué soñar con grandes cosas, y no desanimarse si no pasan tan
grandes como pensamos, pero siempre dar el primer paso y seguir, y ser constantes,
e intentar cuantas veces sea posible. No podemos pensar que las cosas o las
personas vendrán a nosotros porque lo deseamos, tenemos qué actuar. La vida es
una colección de instantes, y muchos de ellos se pasan sin que nos demos
cuenta. Hoy leí en el muro de un amigo lo siguiente: “de los mejores
momentos no hay fotos, no hubo tiempo de
tomarlas”. Imaginé los momentos más maravillosos que he vivido y efectivamente
no tengo fotos de ellos ni de mucha gente extraordinaria que estuvo allí. Ese
será tema de mi siguiente entrada en el blog. Mientras tanto, debemos tomar
como tarea el imaginar lo mejor de nuestras vidas, actuar en consecuencia y no
quedarnos a ver cómo lo mejor les sucede a otros. Es un deber impostergable
adueñarnos de nuestros sueños… hoy: vamos con todo.
lunes, 19 de octubre de 2015
Día 18: Retomando el Camino (gracias por la vida)
Esta mañana lluviosa me he quedado en casa para descansar.
En las noticias han dicho que quedan al menos 2 días más de tormenta. Mientras
estoy sentado en el desayunador, tomando una taza de café y comiendo una barra
de manzana y canela, me siento neófito ante la hoja en blanco que se presenta
delante de mí. No tengo idea aún de lo que debo escribir, porque tengo una
yuxtaposición de sentimientos. Solo sé que quiero hacerlo y retomar el contacto
con quienes me leían. He estado ausente por mucho tiempo, y las ausencias a
veces pesan mucho. Durante los dos últimos años y medio me dediqué a construir
un sueño sobre nubes. En estos últimos meses he leído sendos libros que me han
regalado una perspectiva diferente de mi estado emocional. Me he dado a la
tarea de cuidarme más. He bajado 22 libras de peso y 9 puntos de porcentaje de
grasa, gracias al seguimiento que he hecho con una fabulosa nutricionista. Me
he mantenido constante en el gimnasio haciendo al menos 1 hora de ejercicio y
ya estoy corriendo todos los domingos al menos 5 kilómetros y nadando 200
metros. Todo esto ni lo imaginaba al inicio del año. Estaba muy cómodo y los
días pasaban. De pronto, antes de medio año todo cambió. (En varias entradas
anteriores del blog hay un testimonial de esos momentos). Y ahora pienso en
seguir entrenando para que el deseo que he tenido desde hace 5 años, de correr
la carrera San Silvestre el 31 de diciembre, se haga realidad. La ropa que ya
no me quedaba ahora me talla. Mucha gente que no me había visto en meses me ha comentado
que me veo mejor. Estoy estrenando algunos nuevos amigos, y cultivando la
amistad de aquellos que en los momentos difíciles me demostraron su cariño… La
taza de café está terminándose. Me doy
cuenta de que faltan poco más de dos meses para que 2015 se acabe y experimento
cierta nostalgia (y cierto alivio) porque durante este año he dicho muchos “adioses”. Me ha dejado un sabor a nostalgia leer “También
esto pasará”, y la historia que le dio vida al título de ese libro me edifica y
recuerda que nada (sea bueno o malo) es para siempre (al menos en esta vida).
El terminar “Todos nuestros nombres”, me dio la certeza de que, como dicen las
líneas finales de esa novela, “Nadie se habrá querido nunca más de lo que nos
quisimos nosotros”. He estado escuchando
más música en inglés y descubrí una oda al deseo de amor verdadero que todos
los varones tenemos en la canción Locked Away de Adam Levine y R. City. Y también he descubierto lo sencilla y
poderosa que es la canción Fight Song de Rachel Platten… La lluvia arrecia. He
decidido comenzar otra vez en el blog. Debo ser disciplinado y la compañía de
vos, leyéndome, me ayudará a ser constante. Bronnie Ware escribió: “Thank you,
God, for sustaining me, and for sending so much beauty my way” (gracias, Dios,
por sostenerme, y por enviar demasiada belleza a mi camino). Hoy estoy
agradecido por la vida. Hoy: voy con todo!!!
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