Los acontecimientos de la vida no se
pueden cambiar, la actitud con la que se asumen sí. Esta semana me toca quedar
convaleciente en casa, luego de una operación de emergencia que me efectuaron
el pasado sábado. Siempre creí que uno recibe lo que da. Y aunque he dicho que
no espero nada a cambio, en el fondo tuve la esperanza de tener algo similar a
lo que he dado. El año pasado, cuando tuve que superar una ruptura sentimental,
muchos de mis amigos me dijeron que debía tener cuidado con lo que escribía y
no exponerme tanto. Sin embargo, si no me muestro tal como soy, creo que la
esencia de este blog se vería comprometida, porque la humanidad (con sus
brillos y oscuridades) es la razón de ser de lo que escribo. Dicen que en los
tiempos difíciles se conoce realmente a los incondicionales. En estos días me
ha tocado eso. El sábado estuve cuatro agónicas horas en el Seguro Social
esperando que me atendieran, y luego de varias dosis de suero un médico me dice
que mi dolor es normal y que no hay nada de qué preocuparse. (¿Cómo es posible que un médico le diga a uno que un dolor es "normal"?). Ese mismo día fui donde el gastroenterólogo de toda la vida, y en 10 minutos me practicó un
ultrasonido y exámenes de sangre, para darme la siguiente indicación: “hoy debe
operarse de la vesícula”. Al estar muy apretado de dinero, me preocupé,
analicé por un instante, y sin mayor
asunto llamé a mi amigo Luis. A la hora, él estaba conmigo y mi hermano, me había ayudado a
conseguir cirujano, centro hospitalario privado y se había hecho cargo de la
cuenta (por supuesto que debo ser correcto y saldar ese favor incondicional). La disponibilidad de Luis me impactó. En el hospital, previo a la cirugía,
llegaron mi madre y mis hermanas, me dieron ánimos, y a las 13:30 horas entré a
sala de operaciones. A las 7 de la noche, desperté de la anestesia. La primera
visión que tengo es la de mi familia alrededor de la cama en la habitación en
la que me quedé internado. Han pasado ya 3 días desde que estoy en casa. Nadie
me ha visitado. En cierto modo uno cosecha lo que siembra. No voy a negar que
se siente feo que no se acerquen aquellas personas que creías que les
importabas (fuera de los incondicionales, claro es porque mi familia ha estado
pendiente y mi madre y mi cuñada han estado más que a la altura). Ha habido
llamadas, chats, mensajes de texto, etc. No es lo mismo. Hoy, me vi al espejo y
observé a un hombre de 42 años con anhelos de niño de 5. Queriendo importarles
a quienes tienen vida y problemas también. He derramado algunas lágrimas (no lo
niego). Debo Madurar. Me voy recuperando. Quizá cuando ya esté mejor deba
corregir mucho de mi forma de actuar y ser más atento. Quizá si alguna vez
necesito que me hagan sentir que soy importante para alguien más que mis
incondicionales, es probable que tenga suerte y en esa ocasión sí me visiten.
Por lo pronto, a respirar y seguir adelante. Los sueños son solo eso, sueños.
La vida, dijo Buda, no es un problema que deba resolverse, es una realidad que
debe experimentarse.
Pdta. Mi siguiente
entrada ya no será tan gris, lo prometo. Necesitaba una catarsis.
animo mi amigo todo va a salir bien
ResponderEliminarNo tengo la fortuna de conocerte personalmente, pero hoy, al leer tus palabras, creo conocerte un poco, desde luego no lo suficiente, al menos, déjame decirte que a pesar de las pruebas por las que todos pasamos, debemos tener confianza en un futuro mejor, con la serenidad que todo sirve para un bien, aun cuando este no sea inmediato. Animo y que tu recuperación sea pronto y sanadora en todo sentido. Te envío un fuerte abrazo. Juan Francisco Rodríguez - @juanfragt.
ResponderEliminarMi estimado Marlon, deseo de todo corazón que te recuperes pronto de tu salud, te mando un fuerte abrazo y como lo haz comentado antes, una experiencia más que te dejará muchas vivencias y te hará mas fuerte.
ResponderEliminarGracias por compartir tus sentimientos. Sé que son fe mucho valor para ti. Un abrazo grande.
ResponderEliminar