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lunes, 9 de mayo de 2016

Día 42: Los primeros trazos. Oda a mi madre..

Cada vez que escribo sobre una hoja de papel recuerdo cómo fue que aprendí a dibujar las vocales. En aquellos tiempos lejanos de mi infancia, iba en las mañanas al colegio y se abrían nuevos horizontes delante de mí. En las tardes, tenía qué hacer las planas e intentar hacer los trazos redondeados que ponía de muestra mi maestra. En los primeros cuadernos hacía puntitos, líneas verticales y horizontales, óvalos y después de varias semanas finalmente las esperadas vocales en letra de molde. No era diestro para sujetar el lápiz, pero entonces, sucedía el milagro. Cada tarde, había una mano más morena, gordita y tibia que sujetaba mi mano, me colocaba correctamente el lápiz y comenzaba a guiarme sobre cómo hacer las letras. Era algo de todas las tardes. Ella, mi madre, a pesar del cansancio que representaba la jornada que comenzaba desde la madrugada, levantándose a acarrear agua (porque no teníamos agua potable en casa), a lavar ropa con sus propias manos y a preparar los desayunos de sus hijos y la merienda para mí. Luego de dejarme en el colegio se iba a vender comida para sostener la casa y regresaba corriendo para cuando yo volvía de estudiar. Tenía suficiente tiempo para dedicármelo y guiar mi mano para escribir. La primera vez que uní un círculo y una línea vertical estaba emocionado porque finalmente había escrito por mí mismo la letra “a”. Ella celebraba cada avance. Esa mano aún está presente cuando no uso el computador sino que escribo sobre una hoja de papel. Si ella no me hubiera dedicado tiempo y no hubiera guiado mi mano, quizá nunca habría entendido el significado de la primera oración que escribí “mi mamá me ama”. Hoy, treinta y siete años después mantiene un significado recurrente, y la complemento con otra de las oraciones que escribía por aquel tiempo “yo amo a mi mamá”. En Guatemala, se celebra el día de las madres cada 10 de mayo. Y hoy no podía dejar de escribir sobre esa mujer maravillosa que me enseñó a hacer mis primeros trazos. Ella, mi madre, no solo me hizo el favor de guardarme en su vientre por nueve meses, también me abrió un mundo maravilloso cuando tomó mi mano, y amorosamente me enseñó a dibujar sonidos…

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