Emprendiendo

Law, People & Happiness

miércoles, 25 de mayo de 2016

Día 43: Lecciones aprendidas en la cama.

Durante los últimos 4 días he valorado muchas cosas simples que damos por normales. Gracias a una terrible infección gastrointestinal que me sacó del ring durante este tiempo perdí algunas libras de peso,  me deshidraté considerablemente y me ausenté del trabajo. Estuve literalmente en cama durante 4 días. Situaciones como comer una fruta fresca, saborear un buen filete de pescado, dormir sin dolor abdominal, y disfrutar de una jornada rutinaria, desaparecieron durante estas jornadas. ¿Cuál fue la causa? Un bicho que comí con alguna comida contaminada. Adicionalmente, mi madre (siempre tan presente en los mejores y los peores momentos) se dedicó a consentirme con las comidas suaves que medio retenía. Algunos amigos que habían dejado de comunicarse lo hicieron nuevamente, mostrando preocupación por mi estado de salud. Incluso una antigua amiga me hizo el favor de hablarle a su hijo para que el día que tuve que ir a la emergencia del hospital me trajera de vuelta a casa. Otro amigo muy querido estuvo  al pendiente y me dio la receta de un “agua mágica” que hacía su abuelita para estos casos. Realmente valoré que hubiera tantas personas preguntando constantemente por mi estado de salud... Yo que soy un hombre cuyo tiempo está meticulosamente medido, ahora pude estar viendo la parsimonia del paso del cada minuto. Mi amigo Oscar me dijo algo ciertísimo: “Repose. Dios tiene muchas formas de llamarnos a descansar. Mejor atiéndalo…” Y creo que, como siempre, tenía razón. Hoy que es el cuarto día, ya me siento con más animo, trabajé desde casa, pero noté cómo todo mi ser necesitaba ese descanso.  Ayer que me levanté un poquito, retomé la lectura de un libro que hacía meses había dejado “por falta de tiempo”. Estoy seguro que al finalizar esta semana mi salud se habrá recuperado y, si Dios lo permite, ya el lunes comenzaré con mi rutina diaria de trabajo largo, gimnasio y comida de dieta. No quiero dejar el libro que retomé; debo terminarlo. La lección aprendida de esta experiencia trasciende la salud física. Primero: cuando se descansa hay qué hacerlo en serio, porque solo así se pueden renovar las energías y ser más productivo. Segundo: las personas a las que realmente les importás, estarán pendientes de vos en los momentos críticos y aunque no hayas sido una buena persona en el trato, siempre se podrá contar con ellas, y eso exige la responsabilidad de valorarlas, respetarlas y conservarlas. Tercero: Lo más trivial puede convertirse en algo que se extraña, por lo tanto no hay qué lamentarse por lo que no se tiene sino agradecer lo que se posee. Por ejemplo, la sola capacidad de dormir profundamente es una bendición de la que muchos adolecen.  Cuarto: hay qué enfocarse en ser responsable y cumplir con las obligaciones diarias, pero nunca se debe descuidar la recreación. Estos 4 días fueron de enfermedad, sí. No obstante, fueron una escuela maravillosa. Aprendí lecciones en la cama. A partir de ahora, ¡voy con todo!

lunes, 9 de mayo de 2016

Día 42: Los primeros trazos. Oda a mi madre..

Cada vez que escribo sobre una hoja de papel recuerdo cómo fue que aprendí a dibujar las vocales. En aquellos tiempos lejanos de mi infancia, iba en las mañanas al colegio y se abrían nuevos horizontes delante de mí. En las tardes, tenía qué hacer las planas e intentar hacer los trazos redondeados que ponía de muestra mi maestra. En los primeros cuadernos hacía puntitos, líneas verticales y horizontales, óvalos y después de varias semanas finalmente las esperadas vocales en letra de molde. No era diestro para sujetar el lápiz, pero entonces, sucedía el milagro. Cada tarde, había una mano más morena, gordita y tibia que sujetaba mi mano, me colocaba correctamente el lápiz y comenzaba a guiarme sobre cómo hacer las letras. Era algo de todas las tardes. Ella, mi madre, a pesar del cansancio que representaba la jornada que comenzaba desde la madrugada, levantándose a acarrear agua (porque no teníamos agua potable en casa), a lavar ropa con sus propias manos y a preparar los desayunos de sus hijos y la merienda para mí. Luego de dejarme en el colegio se iba a vender comida para sostener la casa y regresaba corriendo para cuando yo volvía de estudiar. Tenía suficiente tiempo para dedicármelo y guiar mi mano para escribir. La primera vez que uní un círculo y una línea vertical estaba emocionado porque finalmente había escrito por mí mismo la letra “a”. Ella celebraba cada avance. Esa mano aún está presente cuando no uso el computador sino que escribo sobre una hoja de papel. Si ella no me hubiera dedicado tiempo y no hubiera guiado mi mano, quizá nunca habría entendido el significado de la primera oración que escribí “mi mamá me ama”. Hoy, treinta y siete años después mantiene un significado recurrente, y la complemento con otra de las oraciones que escribía por aquel tiempo “yo amo a mi mamá”. En Guatemala, se celebra el día de las madres cada 10 de mayo. Y hoy no podía dejar de escribir sobre esa mujer maravillosa que me enseñó a hacer mis primeros trazos. Ella, mi madre, no solo me hizo el favor de guardarme en su vientre por nueve meses, también me abrió un mundo maravilloso cuando tomó mi mano, y amorosamente me enseñó a dibujar sonidos…

domingo, 1 de mayo de 2016

Día 41: Después de 60 días de silencio...

Hace exactamente dos meses escribí la última entrada del Blog. Fueron 60 días en los que voluntariamente quise estar callado. Sabía que en ese lapso de tiempo acontecerían varias fechas que son muy importantes para mí, y además necesitada darme un descanso. Es bien sabido que quien sabe trabajar bien, sabe descansar bien. Durante este tiempo he logrado superar muchos obstáculos que habían venido dándose en mi vida. He logrado readecuar varios sueños, y me he mantenido firme en muchas decisiones que he tomado. Gracias a Dios he podido ir en un rumbo correcto. Durante este lapso de tiempo he logrado meditar que cuando las cosas no marchan tan bien como quisiéramos corremos el riesgo de caer en la creencia de que nuestras vidas son un conjunto de ciclos donde hay subidas y bajadas, y donde podemos hacer poco o nada para corregir ese destino. Creer eso, es resignarse a que nada será mejor a pesar de los esfuerzos, porque se tiene la idea de una vida cíclica, inevitable. Otra perspectiva, quizá haga que las cosas sucedan, y es la que considera que en lugar de una repetición constante de acontecimientos, la existencia es lineal. Donde el ser humano no es presa de los ciclos sino que es el dueño de su futuro. Las líneas pueden ser ascendentes o descendentes. De ahí el concepto de causalidad, o la ley de siembra y cosecha. Si se hace lo correcto, tarde o temprano se tiene como recompensa algo bueno. De igual manera, si se hace algo malo, siempre llegará la consecuencia del acto. La trascendencia no se mide por los bienes materiales que se acumulan sino por las ideas y los aportes que se hacen al género humano. De seguro muchos de nosotros somos y seguiremos siendo anónimos. Nuestros nombres no saldrán en los noticieros ni en los periódicos más importantes. Es muy probable que ni siquiera los líderes locales sepan nuestros nombres, pero lo cierto del caso es que tenemos la posibilidad de ser hombres y mujeres que trasciendan el anonimato, dejando en las personas que conviven con nosotros una huella imborrable. Las palabras dichas a tiempo, los gestos hechos en el momento oportuno y la generosidad sin publicidad son los caminos más seguros para dejar un rastro positivo de nuestro paso por esta tierra. Estos 60 días me han fortalecido. Hay mucho por hacer! Tantas cosas por decir y escribir! Es tiempo de ir por todo!!!