La vida tiene sentido por los momentos que recordamos. A
medida que vamos tomando conciencia de nuestra propia existencia, los humanos
vamos acumulando en el cerebro un archivo inmenso de instantes. En este último
tiempo me ha tocado vivir un proceso de ruptura sentimental. Y durante estos
días he estado recordando aquellos minutos que le dieron certeza a mis
jornadas. No puedo dejar de recordar aquel día cuando el dinero no me alcanzó y
me sentía en un callejón sin salida, y me dijo que no me preocupara, que aunque
fuera una venta de tortillas de harina haríamos para salir adelante. O la
primera vez que tomó el timón de mi carro e iba con muchos nervios por temor a
chocar. Y también aquella primera vez que vinimos al apartamento y vimos todo
vacío y nos abrazamos debajo de la ventana de la que después se convirtió en
nuestra habitación. En el momento que esas cosas sucedieron parecían tan
cotidianas, pero ahora que nos hemos separado, tienen el valor inmenso de
recordarme que sea como fuere, ese tiempo fue extraordinario. Si tuviera la
posibilidad de volver el tiempo atrás (como el poema de Borges) y tuviera
chance de comenzar de nuevo, sería más consciente de vivir intensamente esos
instantes. De doblegar el orgullo y reconocer que nada vale tanto como esos
segundos que te marcan la vida. Quizá sería más cariñoso y menos dramático. Lo
cierto del caso, es que para quienes aún tienen la fortuna de tener una pareja
con la cual comparten su existencia, deben saber que en este mundo donde las
cosas fáciles están a la orden del día y donde las cosas superficiales te dejan
vacío, el tener la capacidad de disfrutar esos instantes puede hacer que la
vida sea un paraíso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario