Emprendiendo

Law, People & Happiness

lunes, 11 de enero de 2016

Día 37. La maravillosa levedad del ser...

Una situación es segura: llegará el día en que yo dejaré de existir y lo que hoy es importante, para entonces ya no tendrá ningún valor...// Hoy en la mañana sentía un fuerte dolor en el pecho. Hubo un momento en el que asusté y acudí a la clínica médica de la empresa en la que presto mis servicios. (He escuchado tantas historias de personas que comienzan con dolores así y al poco tiempo sufren infartos. A eso hay qué agregar la hipocondría que –quienes me conocen- saben que padezco). Cuando le comenté al médico los síntomas, su primera pregunta fue: “¿has estado sometido a mucho estrés últimamente?”. Mi respuesta fue “sí”. Entonces me replicó: “creo que sé de qué se trata”, y me ordenó que me recostara en la camilla para los exámenes de rigor. Al presionar varias partes de mi pecho, finalmente dio con el punto donde más sentía el dolor. Entonces el doctor me explicó que afortunadamente no era nada coronario, sino del esternón y que había un punto específico donde convergen una vena, una arteria y un nervio que se dilatan cuando se está sometido a estrés y eso provoca ese tipo de dolor. Me recetó un medicamento. Lo tomé y, una hora más tarde, estaba bien. Sin embargo, este episodio me hizo replantearme muchas preguntas sobre mi propia existencia. (Dentro de pocos días voy a cumplir 3 años de haber conocido a quien creí era la persona indicada y no lo fue. Adicionalmente, en el trabajo he estado sometido a tiempos muy estrictos y negociaciones para cumplimentar ciertos requerimientos legales insoslayables. He tenido algunos atrasos con ciertos pagos que no me han hecho, lo que a su vez me ha imposibilitado de responder a algunos acreedores. He pasado varios días sin escribir a pesar de que tengo ideas. Y la lista de asuntos sigue…). Ante todo esto ¿qué provecho trae a mi vida estar tan afanado con situaciones como esas? ¿Vale la pena preocuparse tanto? ¿Es posible una existencia diferente? Fueron algunas de las interrogantes que me planteé y sin lugar a dudas llegué a la conclusión de que dado que llegará un día en que dejaré esta tierra y que el tiempo corre demasiado rápido, no es justo para mí mismo afectar mi salud por la preocupación o tristeza de situaciones que algún día se morirán conmigo. No digo con esto que hay que ser cínicos o despreocupados. Solo afirmo que debemos darle su justa dimensión. Reparar lo roto. Perdonar. Restablecer relaciones. Trabajar y dar resultados. Buscar la excelencia. Pero no afanarse. La vida tiene altibajos. Hoy estamos en la cima y quizá mañana nos toque estar en el fondo. Cuando subimos la montaña rusa, el viaje es emocionante. Sube y baja. Pero todo sucede demasiado rápido. Así es la existencia. Y si es tan corta, lo mejor que podemos hacer es disfrutarla. Sanamente. Y actuar con valentía.  Entrar, como escribió Yourcenar, con los brazos abiertos… El oficio de "SER" es muy leve (como dijo Kundera), pero es maravilloso... Hoy, vamos con todo…