La vida tiene sentido por los momentos que recordamos. A
medida que vamos tomando conciencia de nuestra propia existencia, los humanos
vamos acumulando en el cerebro un archivo inmenso de instantes. En este último
tiempo me ha tocado vivir un proceso de ruptura sentimental. Y durante estos
días he estado recordando aquellos minutos que le dieron certeza a mis
jornadas. No puedo dejar de recordar aquel día cuando el dinero no me alcanzó y
me sentía en un callejón sin salida, y me dijo que no me preocupara, que aunque
fuera una venta de tortillas de harina haríamos para salir adelante. O la
primera vez que tomó el timón de mi carro e iba con muchos nervios por temor a
chocar. Y también aquella primera vez que vinimos al apartamento y vimos todo
vacío y nos abrazamos debajo de la ventana de la que después se convirtió en
nuestra habitación. En el momento que esas cosas sucedieron parecían tan
cotidianas, pero ahora que nos hemos separado, tienen el valor inmenso de
recordarme que sea como fuere, ese tiempo fue extraordinario. Si tuviera la
posibilidad de volver el tiempo atrás (como el poema de Borges) y tuviera
chance de comenzar de nuevo, sería más consciente de vivir intensamente esos
instantes. De doblegar el orgullo y reconocer que nada vale tanto como esos
segundos que te marcan la vida. Quizá sería más cariñoso y menos dramático. Lo
cierto del caso, es que para quienes aún tienen la fortuna de tener una pareja
con la cual comparten su existencia, deben saber que en este mundo donde las
cosas fáciles están a la orden del día y donde las cosas superficiales te dejan
vacío, el tener la capacidad de disfrutar esos instantes puede hacer que la
vida sea un paraíso.
La vida ofrece innumerables retos. Este blog es uno de ellos. Consideralo parte de vos también para que juntos emprendamos la interacción en este viaje maravilloso llamado "vida".
Emprendiendo
Law, People & Happiness
martes, 19 de mayo de 2015
miércoles, 13 de mayo de 2015
Día 14. Cerrar Círculos y Volver a Vivir (2)
Este es el primer día del resto de mi vida. Acabo de terminar una
relación sentimental que creí sería hasta mi vejez. No fue así. Es evidente que
ambos tuvimos responsabilidad en que las cosas se nos salieran de las manos y
que llegáramos al punto de inflexión donde todo se desmoronó. He quedado muy
herido. Sin embargo, hoy he estado recordando los buenos momentos que
construimos juntos. No todo el tiempo fue malo, de hecho tuvimos tantas
vivencias hermosas que pesan mucho más que lo sucedido en este último tiempo.
No voy a negar que he derramado lágrimas al caer en la cuenta de que eso nunca
se repetirá. Pero inmediatamente recapacito y me percato de que eso que vivimos
juntos será un recuerdo entrañable para ambos. En las cosas más sencillas y
cotidianas nos veremos. Por eso debemos aprender a vivir con el presente. Debo
confesar que fui muy frío y hasta arrogante en varios momentos, y ciertamente
muy tarde lo veo. Reconozco mi parte de culpa. Ya no veré su reacción cuando
comprábamos queso para prepararlo derretido ni cuando extendía mis dedos
torcidos. Pero recordaré su voz grave. Siempre tan cariñosa. Cuando termina una
relación, ni el rencor ni el odio son una opción, aunque uno se sienta golpeado
o aunque lo postrero no haya sido como el resto. La paz se encuentra solo
perdonándose a sí mismo y perdonando la contraparte. La mejor forma de cerrar
un círculo es vivir el duelo, llorar, y desear lo mejor a la persona que
amaste. Terminar peleando no debe ser la página final del libro, no cabe en mi
cabeza que quienes se amaron tengan un corolario malo. Alguien me dijo que eso
era una estupidez. Respeto su punto, pero sigo creyendo que no es la manera de
concluir una hermosa historia. Sigo con la mirada en el futuro. Comienzo a
perdonarme. Perdono… No sé cuánto tiempo durará este proceso…Lo cierto es que
bendigo a quien me regaló dos años increíbles y espero que todo lo bueno que me
dio, le sea multiplicado por cien. Merece ser feliz, porque en su momento me regaló
una esperanza.
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