En su libro “The Top Five Regrets of the Dying”, la
australiana Bronnie Ware muestra, de acuerdo a su experiencia como enfermera de
moribundos, las razones por la que la mayoría de personas que están por morir
se arrepienten. La tercera de ellas dice: “Me hubiera gustado haber tenido el
coraje de mostrar mis sentimientos”. De hecho, en un reportaje que el periódico
londinense The Guardian hizo sobre el libro, se afirma que muchas enfermedades se
desarrollan por la amargura y el resentimiento que crecen como consecuencia de
no mostrar los verdaderos sentimientos. Esta tesis es ampliamente desarrollada
por el Doctor Don Colbert en su libro “Emociones que matan”. Además de lo anterior,
he recordado que dentro de las 4 nobles verdades de la filosofía budista se
expresa que separarse de lo deseable es sufrimiento y no obtener lo deseado
también es sufrimiento. Estas no son perspectivas pesimistas de la existencia,
sino todo lo contrario. Creo que darte cuenta de las consecuencias del apego y
de no expresar tus sentimientos cobran una factura muy cara en tu propia vida.
En este momento, me encuentro en un proceso de cierre de círculos. Una
avalancha de sentimientos y emociones se han dejado venir en los últimos días y
he visto cómo cambia la perspectiva y proyección en poco tiempo. Tener el
coraje de decir y mostrar lo que se siente siempre es difícil porque creemos
que podemos perder a quien amamos o porque “queremos mantener la fiesta en paz”.
Sin embargo, tarde o temprano las consecuencias se dan, sea porque manifestaste
lo que sentías o porque no lo hiciste. En este último caso el perdedor sos vos
mismo. La mejor manera de pasar los procesos de duelo donde cerrás círculos y
te desapegás, es no teniéndole miedo al dolor de la pérdida. Finalmente, cuando
“dejás ir”, cuando perdonás y cuando aceptás que los ciclos terminan, se abren
nuevas posibilidades para tu vida. Una puerta se cierra, otras se abren. Un
período se acaba, otro comienza. Mientras nos mantenemos apegados a
lo que inevitablemente fluye, no nos damos chance de renacer, de retoñar y de
avanzar. No sabemos cuánto tiempo nos queda en esta existencia, lo mejor es
mostrar nuestros sentimientos y vivir el duelo, porque el tiempo sana todas las
heridas.